El cantaor de Ciudad Real abre hoy a las 20.30 horas los Jueves Flamencos en Ontañón
Logroño. Gregorio Moya es una rara avis del cante. Manchego de Argamasilla de Alba y sin antecedentes profesionales flamencos en el seno de su familia: «En mi casa no había cantaores pero sí aficionados. Se escuchaba a maestros como Enrique Morente, Fosforito o Lebrijano entre otros muchos. En las reuniones de mi padre con sus amigos ponían las cintas y yo, que era apenas un crío y cómo me gustaba tanto, las cogía, me las llevaba a mi habitación y las escuchaba hasta aprendérmelas de memoria. Algún día de aquellos, por lo que fuera, me dije a mí mismo a ver si era capaz se cantarlas. Creo que me salió medio bien e intenté seguir cantando». Así explica sus orígenes más remotos en el cante Gregorio Moya, que esta tarde a partir de las 20.30 horas inaugurará la XIII edición de los Jueves Flamencos con el concierto previo al comienzo del ciclo en Bodegas Ontañón.
-¿El flamenco comenzó en usted casi como el juego de un niño?
-Sí, la verdad. Puede parecer raro, peo es la realidad de mi caso. La mayor parte de los cantaores son andaluces, extremeños o de otras zonas en las que el flamenco se respira por las calles como en Córdoba, Granada o Sevilla. En mi pueblo no sucede eso, por eso cada cantaor se forma de una manera distinta y en mi caso fue escuchando lo que oían mis padres.
-¿Y cómo fueron los pasos para llegar hasta el mundo profesional?
-Siempre he sido un autodidacta. He tenido la suerte de que siempre se me han quedado los cantes en la cabeza, pero había un problema: tenía que ser capaz de cuadrar lo que cantaba con la guitarra y con el compás. Y no era fácil en mi entorno encontrar a alguien que me lo enseñara de verdad. Había un guitarrista, ‘El Niño de la Era’, (con el que actúa esta noche) que había ganado el ‘Bordón Minero’ de La Unión en 2001, con el que emprendí una amistad y comencé con él y con su padre a entender cómo había que cuadrar los cantes con la guitarra y ellos fueron, cuando me vieron preparado, los que comenzaron a darme salida para cantar en peñas y poder participar en los primeros festivales.
-¿Qué referencias ha tenido en el cante?
-La principal ha sido Enrique Morente, pero también Camarón, El Turronero, José Menese, Calixto Sánchez... Ha habido muchos.
-Parece especial la devoción que siente usted ante Enrique Morente... ¿Por qué es?
-No sé las razones, pero Enrique me ha transmitido algo que es muy especial; todos los cantaores en algún momento te llegan, pero el caso de Enrique para mí ha significado y significa algo muy importante. Te metes en él, comienzas a estudiarlo a ver y a comprender las cosas que hacía y sientes su grandeza musical. Su discografía es alucinante, desde los primeros discos a los hallazgos de su segunda etapa, marcada por la creación. Pero le escuchas en una Malagueña de Don Antonio Chacón y la hace todavía mucho más grande, más musical. Además Enrique en directo era capaz de sorprender porque hacía siempre cosas distintas. Era un fuera de serie, no se encasillaba nunca.
-De dónde salía esa genialidad
-De su conocimiento, del talento y de los recursos que era capaz de sostener. Pero hay un detalle que siempre me asombraba: era la inteligencia que tenía a la hora de desarrollar los cantes.
-También fue un incomprendido...
-Es que el flamenco siempre ha estado muy dividido, para cuatro que somos. Parece que todas las corrientes tengan que estar una en contra de las otras. Yo, como vivo en mi isla manchega, no me siento muy influenciado por nadie. Para los de Jerez parece que no existan más cantaores que ellos; para los mairenistas todo lo que se salga de su canon ya no les cuadra... Y Enrique iba adelantado a todos los demás.
-¿Le da miedo ser copia de Enrique?
-No se puede ser copia de nadie y menos de Enrique porque estás condenado a perder siempre. Otra cosa es que desee seguir su línea. En mi caso lo he escuchado mucho y me apoyo en algunas cosas en su manera de cantar. Si se me escucha cantar los tangos de la Estrella enseguida se me va a relacionar con Enrique Morente, pero eso no quiere decir que los cante como él. Es distinto y los canto a su forma porque eran creaciones muy personales.
-¿Es difícil mejorar en el cante?
-Es complicado. El cante va relacionado con la voz y la tienes que tenr siempre lo mejor posible. Hay que ser muy estudioso y tener muchos registros para poder llegar al cante por diferentes caminos.
-¿Ser manchego le ha complicado la visibilidad en el cante?
-Sin duda. Vas a Sevilla a cantar y siempre genera muchas dudas sólo por el origen...
Una carrera marcada por la superación
La carrera de Gregorio Moya no ha sido fácil. En 2006 dio un salto de calidad al obtener el primer Premio en la categoría de Cantes Básicos del Concurso de Jóvenes de Calasparra y en 2009, lo mismo en la categoría de Cantes de Málaga, Granada y Fandangos en el mismo concurso en Calasparra. Ha cantado en grandes festivales junto a artistas de la talla de El Cabrero, El Polaco, María José Pérez, Miguel de Tena, Manuel Gerena, Paco Cortés, Antonio Carrión, etc... El año pasado logró dos primeros premios: el de la Casa de Andalucía de Fuenlabrada y la ‘Silla de Oro de La Fortuna’, de Leganés. Le acompañará al toque ‘Niño de la Era’, también de Argamasilla de Alba y ganador del ‘Bordón Minero’ en La Unión en 2001. Posee la licenciatura de guitarra flamenca en el conservatorio superior de música de Córdoba y tiene tiene tres trabajos discográficos en el mercado.