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Entrevista con María Terremoto en Bodegas Ontañón |
La jovencísima María Terremoto (19 primaveras) se subió al escenario del Teatro Bretón dos años después de su presentación en los Jueves Flamencos en el concierto previo que se celebra en Bodegas Ontañón. Había llegado a Logroño con el premio ‘Giraldillo Revelación’ de la Bienal de Sevilla bajo el brazo. Su nombre comenzó a sonar de una manera muy llamativa y los que habían escuchado su cante lanzaban aleluyas por la figura que se presumía. El concierto de la bodega tuvo tintes premonitorios. Recuerdo que titulé aquella crónica como el flamenco que viene y el jueves tuve la íntima sensación de que ya había llegado, de que su flamenco es irreversible y estamos ante una chica que ya es una excelente cantaora. La realidad es que María estuvo sensacional en toda la actuación. La ves y uno se rinde a la evidencia de que existe una parte genética innegable en su condición de cantaora. Hija de Fernando Terremoto, una de las voces más misteriosas del cante contemporáneo, y nieta de Terremoto de Jerez, una de esas fieras más indomables del cante flamenco histórico, una auténtica leyenda. Estoy convencido de que María tiene capacidad para amalgamar los dos registros, la sutileza absolutamente magistral de su progenitor y la valentía instintiva del abuelo. El jueves dio prueba de que es capaz de moverse por esos dos alambres del flamenco con notoria capacidad. He ahí la malagueña, que fue un prodigio de hondura con un remate por abandolaos sencillamente delicioso; o la siguiriya, o la creatividad de la que hizo gala homenajeando al maestro Enrique Morente y su versión de la lorquiana ‘Leyenda del tiempo’, que constituyó un verdadero dechado de clase, conocimiento y compás. La voz perfectamente controlada por abajo en los tercios más misteriosos. Y cuando había que romperse por arriba, no tuvo problema en acordarse de La Paquera en una tanda de bulerías bellísimas y melismáticas del final de la actuación. María es un prodigio y también un tesoro del cante. Tiene un punto de modernidad y un aroma de clasicismo jerezano innegable. Tiene todo el futuro por delante y sabe, además, llenar el escenario con una fuerza natural y sin gesto alguno que pueda parecer sobreactuado. Sus registros vocales son muy ricos, tanto en los tercios hondos en los que sabe masticar y deglutir su voz de bronce como cuando se aferra a la esperanza del grito, que le sale sobrio y elegante, sin crujido alguno. Dirán que puede ser una voz en formación; apenas es una adolescente, pero canta con el conocimiento de generaciones como si llevara su mochila sin que le pesara un ápice. Pero ha estudiado, conoce el secreto del compás, el porqué de las cosas. Y se nota. Además, lleva a su lado a un tocador excelente, Nono Jero, sobrino del Niño Jero, que hace unos cuantos años nos deleitó al lado de Juanito Villar. Fue una noche la del jueves maravillosa, una noche que más que una revelación ha dado paso a la realidad palpitante de que María Terremoto es una voz para soñar el cante.
o XXIII JUEVES FLAMENCOS Cante:
María Terremoto Toque:
Nono Jero . Teatro Bretón de los Herreros de Logroño. Quinto concierto del abono (localidades agotadas). Jueves, 21 de marzo de 2019. Crónica publicada en Diario La Rioja