El mítico tocaor de Jerez actúa esta tarde en el Bretón (20.30 horas) con la segunda guitarra de Paco León y el cante de Samuel Serrano
Paco Cepero, que actúa esta noche en los Jueves Flamencos, (Teatro Bretón, 20.30 h.) es un mito del flamenco. Nació en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera el 6 de marzo del 1942, fue discípulo de Rafael del Águila y comenzó acompañando a ‘La Paquera’. Se fraguó con ‘Tío Borrico’, Sernita o ‘Terremoto’ y se convirtió el primer tocaor de Camarón cuando se destapó en los principale tablaos de Madrid: «Lo dijeron Paco de Lucía, Tomatito y hasta el propio José... con el que mejor ha cantado Camarón ha sido conmigo. Conmigo cantaba de una forma diferente; su mejor época me la bebí yo».
-¿Cómo conoció a José?
-Era un chiquillo. Yo andaba por Jerez e íbamos a las fiestas a la Venta de Vargas. Él andaba pululando por allí y nos conocimos. Ya en la feria de Jerez quiso que yo le tocara y después le dije: ‘vente pa Madrid conmigo’. No me hizo caso al principio, pero coincidimos cuando estaba en ‘Torres Bermejas’ y ya comenzamos a tocar juntos.
-Usted ha vivido el flamenco más grandioso de la época de Caracol y todos los predecesores hasta el modernismo actual...
-Soy un afortunado; sin duda. Conocí y les toqué a los grandes maestros de aquella época: Antonio Mairena, Juan Talega, el Sevillano, el de la Calzá, a la Perla. Gracias a Dios estuve al lado de todos los que quedaban de los antiguos y les he tocado a todos los modernos: Chiquetete, Turronero, Pansequito, Rancapino, Lebrijano... Manolo Caracol me contrató en su última compañía y después se hizo compadre mío con el bautizo de mi hijo el mayor.
-¿Qué siente cuando toca la guitarra?
-Es algo maravilloso. Llevo más de sesenta años en la profesión y me sigue gustando mucho tocar. Pero no soy una máquina, no me sale la música como una obligación; me sale de dentro. Y soy transparente. Hay días mejores y peores porque esto también depende de cómo se siente uno anímicamente. Los artistas tienen que motivarse por dentro y hay veces que nos somos perfectos. Cuando sólo te refugias en la técnica es como si fuera un síntoma de impotencia.
-¿Su forma de sentir el flamenco está en relación con la manera en la que lo aprendió, de lo que se respiraba en aquellos años?
-Sin duda, y además siendo consciente de que cuantos más años cumplimos más nos queda por aprender. Genios hay pocos en la vida; yo me considero una persona normal y trabajo todos los días. Hoy mismo (esta entrevista se hizo el lunes) he estado toda la mañana componiendo.
-¿Qué maestros recuerda?
-Me dio unas poquitas clases Javier Molina y le pedí a mi padre que me llevara a un profesor que había en Jerez por el que pasamos todos. Se llamaba Rafael del Águila, un personaje increíble. Fue el que me metió a mí dentro de la guitarra. Me dijo que cuando llegué a sus clases miraba para el techo. Me enseñó a sentir la guitarra en el estómago. No a tocar por encima. Es como torear. Y soy muy aficionado al toreo y le digo que yo no conocía a Urdiales pero lo descubrí en una corrida en Madrid con los toros de Adolfo Martín. ¡Qué manera de colocarse para torear! Y así se lo dije a Curro que es muy amigo mío: ‘Me dio tiempo a comerme medio paquete de pipas en un pase suyo’. Diego es torero de toreros porque lo siente, porque lo hace todo con el alma.
-Siempre que se habla de su forma de tocar aparece la palabra personalidad. ¿Dónde reside esa arquitectura suya tan distinta?
-Tengo una pulsación muy fuerte pero a la vez sutil. Me lo han dicho siempre: ¡Paco, tu guitarra se conoce a una legua!
-¿Cómo ha planteado el concierto de esta noche?
-No suelo ser muy partidario de organizar un repertorio a rajatabla. Me gusta guiarme por lo que siento. Por un lado habrá una parte muy flamenca y también composiciones mías más clásicas y muy románticas, porque me considero un guitarrista romántico. Le gente a veces se sorprende cómo una persona con tanto ímpetu como soy yo se pueda volver tan emocional.
-¿Cuáles son sus influencias?
-Muchos maestros, Niño Ricardo, Manolo de Huelva, Sabicas... De Diego del Gastor, que tenía una enorme personalidad aprendí cosas y también mucho de Melchor de Marchena. Mis puntales han ido por ahí.
-¿Es tan diferente tocar en concierto a acompañar el cante?
-Es una sensibilidad distinta. Para tocarle a un cantaor hay que tener un conocimiento enciclopédico del cante; se trata de molestar lo menos posible y realzarlo en el momento necesario. Cuando me han dado el momento del respiro y me han dicho haz la falseta, las he hecho lo mejor posible.
-Y componer...
-Es otro mundo; parte de un concepto especial. Yo he tenido la suerte de enseñarles a cantar a muchos. Mi forma es muy peculiar y también canto lo que me ayuda mucho a componer y a ser muy pedagógico.
-¿Cómo ve el momento actual de la guitarra flamenca?
-Creo que técnicamente no se ha tocado nunca como se hace ahora. Pero,desde mi humilde punto de vista, es que se está perdiendo cierto sabor flamenco y hecho en falta un punto de creatividad. Y eso no se puede perder nunca. o Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja