El histórico triunfo de Madrid, cantado al unísono por críticos y aficionados, ha colocado al arnedano en la cúspide
Diego Urdiales marcó un antes y un después en su carrera y en el toreo contemporáneo el domingo en Madrid con su inapelable triunfo de tres orejas, dos vueltas al ruedo y la gloriosa puerta grande. Supuso un acontecimiento que no se vivía en el coso de Las Ventas desde hace diez años con la reaparición madrileña de José Tomás y que labró el riojano poniendo a todos los cronistas de acuerdo en la verdad, clasicismo y belleza de su toreo. La salida por la puerta grande fue absolutamente descomunal, tanto por la cantidad de gente que se arracimó alrededor del riojano como por el deseo de muchos aficionados de llevarse alamares y trozos mayores del vestido del riojano.
Tras la tercera puerta grande de Bilbao y la apoteosis de Madrid, Diego Urdiales ha dado un salto impresionante en su carrera y en el año en el que menos tardes ha toreado desde su primer triunfo en Madrid en 2008, ha logrado situarse en máxima figura con todas las ferias de España, Francia y América abiertas de par en par de cara al año que viene. El consenso se ha instalado en todos los periodistas especializados de los medios generalistas. Por ejemplo, Patricia Navarro en La Razón no dejó resquicio a ninguna duda: «Tuvo que dar dos vueltas al ruedo una vez cortadas las dos orejas del buen cuarto, porque la torería había llegado a las entrañas, porque ocurre, muy de vez en cuando, faenas absolutamente extraordinarias, mágicas e inolvidables y he aquí, con todos ustedes, la tarde en la que Urdiales se consagró con una de ellas en la mismísima plaza de Las Ventas».
Carlos Illán en 'Marca' tituló su crónica 'Diego Urdiales encumbra el toreo en Madrid' y se deshacía en elogios al torero de Arnedo: Detallar la faena de Urdiales sería prosaico porque el conjunto, el de naturales eternos y redondos infinitos y la forma de salirse de la cara del toro, como los viejos maestros componían una armonía de pureza y una lección del toreo, con mayúsculas'.
'Y Madrid lloró con el toreo absoluto de Urdiales', tituló su crónica Zabala de la Serna
Zabala de la Serna le dedicó una crónica en 'El Mundo' apoteósica a la que tituló 'Y Madrid lloró con el toreo absoluto de Urdiales'. El periodista madrileño, que acaba de publicar un libro titulado 'Crónicas Volcánicas', comenzó así su relato: «Y Urdiales soñó el toreo. La pureza de lo antiguo. Que en sus muñecas es nueva. La gente se frotaba los ojos. Y lloraba. No daba crédito. Caía el otoño y brotaba la primavera. Así ya no se torea. Diego enloquecía Madrid a cámara lenta. Como nacía el sentimiento en su colosal izquierda. Que desprendía una hondura descomunal, una gravedad cristalina. Los naturales nacían del clasicismo perdido».
Antonio Lorca en 'El País' tampoco se ahorró ningún adjetivo: «Diego Urdiales hizo el toreo, el clásico, el verdadero, el que emociona y arrebata; explicó en ocho minutos el misterio del arte de un hombre frente a un toro, y como premio paseó la gloria de las dos orejas, le obligaron a dar dos vueltas al ruedo y a hombros se lo llevaron por la puerta grande. Y lo que dijo no se puede explicar; hay que verlo y sentirlo. Es un asunto de valor, inteligencia, estética, personalidad, sensibilidad, inspiración, armonía... Una mezcla de sentimientos que exige que el cielo y la tierra se pongan de acuerdo para que sea posible una obra de arte. Y cuando tal suceso acaece, la gente disfruta, enloquece y siente algo muy parecido a eso que llaman felicidad».