Villita, en un muletazo al tercer jandilla. Sonia Tercero |
El novillero toledano Juan José Villa ‘Villita’ se llevó el Zapato de Plata por una más que meritoria actuación en el segundo y último festejo de la Feria de San José. Su toreo clásico y reposado llegó al corazón del jurado que no se fijó en los premios en la plaza y que prefirió dictar su sentencia por las sensaciones emitidas en el ruedo. ‘Villita’ tiene poso toreando, formas que lo distinguen porque hay un cierto aroma asolerado en todo lo que intenta sobre el albero, como su forma seca y pura de poner banderillas o el inicio de faena al tercero de la tarde. Con mucha parsimonia se sacó al eral de Jandilla andándole y ganando terrenos con muletazos muy expresivos y limpios.
Tiene compás y se agradece que se salga del canon que manejan la mayoría de los novilleros: pases cambiados, lances rapidísimos y búsqueda del efectismo más que el toreo puro. La faena tuvo buenos momentos por ambas manos, aunque al final, al natural, se descompuso en la tercera serie. Su toreo, siempre con los vuelos, necesita muñecas sueltas y enorme sutileza. No pudo redondear en el sexto; sin duda el novillo más deslucido y manso de un encierro fino de cabos que regaló multitud de embestidas para los tres jóvenes aspirantes. Sin embargo, ‘Villita’ fue capaz de dejar algún lance suelto de superior enjundia. El momento más duro de la tarde se vivió en el cuarto de la tarde, merced a una tremebunda que cobró el sevillano Jesús Cuesta, que volvía a La Rioja tras su gran actuación en Lardero que le sirvió en mayo para obtener el Bolsín Taurino. Fue cogido dramáticamente, suspendido por el astado en el aire con una caída feísima. Se repuso sin apenas dar importancia al momento tan difícil que acababa de vivir y fue capaz de dar una última serie al natural a pies juntos. Buenas sensaciones de un diestro que también tiene madera de torero.
Manuel Diosleguarde se fue de vacío de Arnedo a pesar de dos peticiones de oreja más que suficiente para que el presidente concediera el trofeo. Sendas pitadas del público arnedano al palco recibió como lógica respuesta. Diosleguarde estuvo entregadísimo en sus dos novillos, especialmente en el segundo de la tarde, un animal incasable que no paraba de embestir. Le sale el toreo demasiado fácil y rápido y eso hace que no conmueva demasiado a pesar de la largura que quiere imprimir a sus muletazos. Buena entrada en el Arnedo Arena, frío polar y excelente novillada de Jandilla para poner punto y final a una buena Feria de San José y empezar a pensar en el Zapato de Oro.