Foto: Miguel Pérez-Aradros |
El matador Tomás Campos, ganador del Zapato de Oro y afincado desde hace cuatro años en Arnedo, dio un verdadero recital ayer en la repleta plaza de toros de Autol y se entretuvo en cortar cuatro orejas. Pero más allá de los premios, el nivel que dio sobre el ruedo fue extraordinario. Viene de salir por la puerta grande de Fitero y las plazas francesas de La Brède, Orthez y Mimizan y ayer disfrutó e hizo disfrutar ante dos novillos nada fáciles de la ganadería lodosana de José Antonio Baigorri. Especialmente el segundo fue un animal extraordinariamente complejo por su genio y motor. Tomás se asentó desde el primer momento y lo toreó con especial dominio y reunión pasándoselo muy cerca y lanceando con la mano izquierda de forma primorosa. Tanto es así, que fue capaz de reducir el motor del toro y tapar su incómodo calamocheo. Y lo consiguió sobre la base del toreo fundamental, con los vuelos de la pañosa, con una colocación impecable y jugando su anatomía con una elegancia sublime. Fue un verdadero lujo ayer contar con un torero como Tomás Campos en Autol, un diestro que puede marcar diferencias en la tauromaquia por su valor sincero, por su compás y por una personalidad asombrosamente única. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja