domingo, 6 de agosto de 2017

María Terremoto: «Siento que cuando subo al escenario siempre me acompaña mi padre»

María Terremoto es heredera de un misterio, hebra pura de un cante flamenco inaudito y genuino. Apenas tiene 17 años y se llevó el premio en la pasada Bienal de Sevilla a la cantaora revelación del evento. Llegó a Logroño para inaugurar en Bodegas Ontañón la XXI edición de los Jueves Flamencos, y lo hizo con el sentimiento puro de alguien que comienza en el cante profesional pero que tiene la memoria presente de su abuelo, el gran Terremoto de Jerez, y de su padre, Fernando Terremoto, una de las fuentes más caudalosas de lo jondo a pesar de que la vida fue demasiado rácana con él y se lo llevó muy pronto



¿Hija y nieta de dos Terremotos?
Sí, ahí voy caminando con el orgullo de un cante que me fascina, con el temblor de una historia realmente asombrosa pero con la pasión de alguien que ama el flamenco como parte de su propia vida.

No es mayor de edad y ya ha dado de qué hablar en el cante.
La Bienal de Sevilla ha sido muy importante porque el premio me ha dado a conocer de cara a los medios, los periodistas y a la gente... Pero llevo cantando desde que nací.

¿Cómo recuerda a su padre?
En cada momento, en ocasiones tengo la sensación de que cuando subo al escenario me acompañan él y mi abuelo, los dos Terremotos a mi lado. Voy a cantar y es como que percibo que están a mi lado.

¿Le enseñó a cantar cuando era niña?
Él tenía en casa un estudio para componer, ensayar, cantar y tocar, que era su verdadera locura. Pues bien, cuando tenía tres o cuatro años me empezó a enseñar los cantes. Tocaba por soleá y me explicaba cómo era cada uno de los tercios, las entonaciones, los ritmos. Y así con cada uno de los cantes. Yo era una esponja y lo sentía todo cómo él me lo enseñaba.

Mucha gente recuerda a su padre por su cante, pero era un apasionado de la guitarra...
Es verdad, su vida era el toque. Siempre estaba con la guitarra a vueltas. Era como su compañera más fiel.

¿Y la composición?
Era su refugio; era como su momento para desconectar y aislarse del mundo.

¿Qué diferencia había con el cante de su abuelo, el legendario Terremoto de Jerez?
Mi abuelo era todo espíritu, era el cante que se salía del pecho, el cante de raíz pura jerezana, todo intuición, todo conocimiento que había heredado por la vía de la sangre. Mi padre tenía esa fuerza, pero cantaba de otra manera distinta, con un conocimiento como más racional de la música que le otorgaba a todo su trabajo de una reflexión distinta. Era el mismo eco, un más primitivo, el otro más musical.

¿La siguiriya de su abuelo y la malagueña de su padre?
Ahí está. El cante de mi abuelo era como un volcán desatado, como una fuerza de la naturaleza; en mi padre existe una dulzura que en la malagueña se hace muy evidente. El eco es el mismo, el de Jerez, el de nuestra familia, pero entre ambos existen muchas diferencias que sirven para enriquecer el cante.

¿Y usted dónde se sitúa?
Yo estoy empezando en el cante y todavía no puedo decir nada; tengo todo el camino por hacer, todo por aprender y por escuchar.

¿Pesa mucho el apellido?
Desde luego, una de las razones más íntimas por las que canto es por mantener la llama de los Terremoto. En un momento dado te ayuda para comenzar, por el nombre, la expectación y todo eso, no cabe duda. Pero luego está la responsabilidad. Ahí existe un legado muy fuerte, una historia y unas expectativas que se hace la gente. ¿A ver cómo canta la niña de Fernando? Eso lo llevas dentro y te acucia.

Ser profesional no es un juego.
Ni mucho menos. Hay una responsabilidad de cara al público en el escenario y otra tuya muy personal que hace que esté todo el día estudiando. Ahora mismo tengo en la mano aquel disco de mi abuelo que se grabó en Sevilla casi de incógnito en la Peña Torre Macarena de Sevilla en 1997. Es una joya, con el toque de Manuel Morao. Ya no se canta así. Mi abuelo era muy fandanguero, admiraba a Caracol, pero la siguiriya es increíble. Lo escucho para empaparme de aquel sentido del cante tan extraordinario, tan cuajado de arte por todos los lados.

¿Qué otros cantaores le emocionan?
Ahí están Caracol, Fosforito, Chocolate, Agujetas o Camarón; soy muy camaronera. Y de los de ahora me encanta José Valencia. Tiene un quejío y una voz que me impresiona.

o Entrevista publicada en Diario La Rioja para el concierto inaugural de los Jueves Flamencos y entrevista grabada en Bodegas Ontañón con María Terremoto.