El tipo del sombrero asiste ensimismado a la mirada del ¿novillo? de la ¿novillada? de esta tarde en Madrid. Novillo enorme como la Basílica de San Pedro, con un morrillo inapelable y gigante como la cúpula del Vaticano, hinchado hasta las tablas de un cuello interminable y recio que se deposita en una especie de quilla de un pesado carguero que estiba carbón en Mozambique con destino a Canadá. Los músculos tensos del vientre se estiran como la piel de un tambor hasta llegar a esa especie de cimborrio que le brota en la penca del rabo. Torancón enorme y despegado del suelo con cuatro mástiles enhiestos que soportan el tonelaje como auténticos contrafuertes góticos.
El tipo del sombrero parece puesto en la foto como por ensalmo, protegido por el cemento del monumental bicharraco al que le huele los belfos.
Pero no es un toro, aunque lo parezca, es un novillo seleccionado por la empresa de Las Ventas, dirigida por Simón Casas, productor de arte y defensor de las causas perdidas que dejan de tener pérdidas cuando es él el que las perpetra.
Un novillo para cualquiera de los tres chavales que esta tarde saldrán a cumplir un sueño en la plaza más importante del mundo.