domingo, 5 de marzo de 2017

MÁGICA ESPERANZA

Marta Vila
Esperanza Fernández ofreció un grandísimo concierto en jueves en el Teatro Bretón. La cantaora de Triana se dejó el alma en una actuación profusa, amplia, con mucho cante, con muchos palos viejos y un tocaor que estuvo a una altura más que sobresaliente, Miguel Ángel Cortés, que por momentos llegó a superar el nivel que ofreció el pasado año acompañando a Rocío Márquez, y ese día estuvo colosal. El tocaor granadino estalló ya desde el principio con el maravilloso toque inicial por malagueña, una verdadera belleza de Esperanza, que hizo un concierto de menos a más, con dos cumbres que para este humilde cronista de lo jondo fueron su mágico cante por siguiriya y la imperial guajira que se marcó con ese vestido negro tan elegante con el que nos dejó atónitos por su inmarcesible flamencura, por esa gitanería suya de tanta clase y elegancia. El concierto estuvo dotado de una enorme musicalidad, con un acoplamiento hermoso y bello entre la voz de Esperanza y el toque de un Miguel Ángel Cortés que se marcó, en el tema que hizo en solitario, un trémolo sencillamente espectacular que estrenó en la Bienal de Sevilla de 2014. ¡Qué bárbaro! Esperanza Fernández fue uniendo los cantes por analogías rítmicas y sensoriales. Por ejemplo, las alegrías gaditanas rompían en tanguillos. De la caleta a Puerta de Tierra, como quien no quiere la cosa. Me entusiasmó por soleá, tan de Triana para irse a la Caña, el sacrosanto palo de uno de los flamencos más geniales del universo jondo, Rafael Romero ‘El Gallina’. Otro de los cantes más bellos fue esa siguiriya para depositarse después en la serrana, la liviana y algún atisbo de fandango del Albaycín, o la Petenera, tan hermosa como olvidada, al igual que la Mariana, que la remató por unos tangos de Granada que no me pregunten las razones pero me sonaron con un nítido acento extremeño. También tuvo tiempo para acordarse Esperanza de la Paquera, de su legítimo y volcánico garbo, de su entereza cantaora, por unas poderosas bulerías al final de una noche repleta de jondura y arte. Esperanza es todo pasión en el escenario y se nota cómo ha sido capaz de dibujar una de las carreras más personales y libres del flamenco contemporáneo. Y saben por qué: pues porque se sabe libre. # Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja