sábado, 3 de diciembre de 2016

JOAQUÍN VIDAL, UNA GENEROSIDAD QUE NUNCA OLVIDARÉ

Joaquín Vidal fue no sólo un periodista ejemplar y un crítico sobresaliente, sino también una persona generosa y afable que a mí me trato con un cariño que nunca olvidaré. Un día de 1997, armándome de valor, llamé a El País y pregunté por él. Se puso, le expliqué que era periodista, que solía escribir de toros en La Rioja y que en El País llevaban sin cubrir la feria de Logroño varios años. Vamos, que me ofrecí para el asunto. Joaquín Vidal –que me escuchó muy amablemente– me pidió que le mandara algunos artículos para ver el percal. A la vuelta de un mes –más o menos– me llamó y me dijo que desde ese año se iba a cubrir la feria de San Mateo y que lo iba a hacer yo. Jamás me dio ninguna instrucción, tan sólo que procurara sacar el título de la crónica del primer párrafo. Siempre que tuve una duda le llamé; un problema o cualquier cosa, siempre –sin conocerme nada más que por teléfono– me la resolvía con enorme ternura. Cuando le ofrecía una noticia o algo de interés, siempre estaba dispuesto a escucharme, a tratarme bien, a ser una persona cordial y afectuosa. Nunca olvidaré ni su maestría periodística ni la oportunidad que me dio de escribir en el periódico en el que él firmaba. Hasta siempre, maestro.
(Este artículo lo escribí hace más de diez años)