El cuarto de Fuente Ymbro cogió a Diego Urdiales de mala manera en los medios. Hachazo seco en la pierna, derrote brutal que levantó al riojano por los aires en unos instantes de violencia incontenible. Luego, en el suelo, 'Impostor', que así se llamaba el regalito de Ricardo Gallardo, lo pisó por todos los parajes del atlas de su anatomía, especialmente en la cara, donde se llevó un fortísimo golpe propinado por los cuartos traseros. Fue un milagro que saliera vivo Urdiales de semejante trance; un milagro porque la fuerza del reservón estaba intacta y el cuerpo del riojano desmadejado. En realidad, el toro no le había dado buenas noticias a nadie, especialmente con el capote, donde ya comenzó a escarbar y a esconder la cara entre las manos en actitud defensiva, como si en el fondo de su ser se adivinaran ya dos detalles: su cobardía y su falta de entrega. Pero poco pareció importarle a Urdiales, que tras unos doblones suaves en los terrenos del tendido diez, se lo sacó a los medios para comenzar la faena en redondo. Dio la sensación de que rebosaba confianza el torero, plantado en el platillo y poniendo la muleta como si el toro de Fuente Ymbro fuera bueno y no un marrajo. Y quizás ahí llegó la voltereta, producto de esa forma de correr riesgos que engrandece a los que se visten de torero y que saben que en cada tarde está su vida pendiente de ese hilo invisible que en realidad es esta fiesta inigualable. Y si con 'Impostor' le había deparado a Urdiales la cruz más amarga de la moneda, con el primero de la tarde y de la feria, las cosas habían sido radicalmente distintas: faena de triunfo, faena de clase y actuación trufada de esa torería tan particular del diestro del Cidacos; o dicho de otra forma, clasicismo inmortal. Con el capote ya dejó momentos de inspiración, con una media preciosa y dibujada, rebozándose con el toro a cámara lenta. Fue a buscarle a los medios con la muleta, y el toro, medido en las embestidas, se desplazaba bien en los dos primeros lances de cada tanda. Al tercero se lo pensaba y venía como dormido tras la franela del torero. Hubo dos series con la derecha que hicieron crujir a Illumbe. La planta quieta, el engaño por delante y esa forma de quedarse en el sitio para soltar con el vuelo la embestida. El toro tenía más forma que fondo y Urdiales fue capaz de conseguir pasajes de gran belleza y naturales de entidad, lanzando el vuelo y aprovechando al máximo la inercia de 'Bullicioso', un toro hondo que sin ser un dechado de bravura, le dio ese poquito que tantas veces se le ha negado al riojano. Hubo momentos de disfrute e incluso de relajación y la estocada casi entera en la yema sirvió para que el público donostiarra le otorgara una oreja más en un coso en el que casi nunca falla el riojano. El mejor de la corrida, llamado 'Turulato', le tocó Adame y el mexicano le plantó cara en una faena rápida y desigual. Los muletazos se acumulaban como los tantos en un partido de baloncesto. El toro fue realmente bueno y el diestro de Aguascalientes no pasó de voluntarioso. La oreja llegó por lo espectacular de la estocada, poco más. Ureña tuvo un lote poco propicio. Se la jugó el murciano, pero no terminó de sacar nada en limpio. Ayer la tarde de Illumbe tuvo el sabor de un torero de Arnedo que hizo de su clasicismo su sello de identidad. o Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja
sábado, 13 de agosto de 2016
Diego Urdiales inunda de clasicismo San Sebastián
Logra la primera oreja de la Semana Grande tras una faena de su sello y sufre una espeluznante voltereta
El cuarto de Fuente Ymbro cogió a Diego Urdiales de mala manera en los medios. Hachazo seco en la pierna, derrote brutal que levantó al riojano por los aires en unos instantes de violencia incontenible. Luego, en el suelo, 'Impostor', que así se llamaba el regalito de Ricardo Gallardo, lo pisó por todos los parajes del atlas de su anatomía, especialmente en la cara, donde se llevó un fortísimo golpe propinado por los cuartos traseros. Fue un milagro que saliera vivo Urdiales de semejante trance; un milagro porque la fuerza del reservón estaba intacta y el cuerpo del riojano desmadejado. En realidad, el toro no le había dado buenas noticias a nadie, especialmente con el capote, donde ya comenzó a escarbar y a esconder la cara entre las manos en actitud defensiva, como si en el fondo de su ser se adivinaran ya dos detalles: su cobardía y su falta de entrega. Pero poco pareció importarle a Urdiales, que tras unos doblones suaves en los terrenos del tendido diez, se lo sacó a los medios para comenzar la faena en redondo. Dio la sensación de que rebosaba confianza el torero, plantado en el platillo y poniendo la muleta como si el toro de Fuente Ymbro fuera bueno y no un marrajo. Y quizás ahí llegó la voltereta, producto de esa forma de correr riesgos que engrandece a los que se visten de torero y que saben que en cada tarde está su vida pendiente de ese hilo invisible que en realidad es esta fiesta inigualable. Y si con 'Impostor' le había deparado a Urdiales la cruz más amarga de la moneda, con el primero de la tarde y de la feria, las cosas habían sido radicalmente distintas: faena de triunfo, faena de clase y actuación trufada de esa torería tan particular del diestro del Cidacos; o dicho de otra forma, clasicismo inmortal. Con el capote ya dejó momentos de inspiración, con una media preciosa y dibujada, rebozándose con el toro a cámara lenta. Fue a buscarle a los medios con la muleta, y el toro, medido en las embestidas, se desplazaba bien en los dos primeros lances de cada tanda. Al tercero se lo pensaba y venía como dormido tras la franela del torero. Hubo dos series con la derecha que hicieron crujir a Illumbe. La planta quieta, el engaño por delante y esa forma de quedarse en el sitio para soltar con el vuelo la embestida. El toro tenía más forma que fondo y Urdiales fue capaz de conseguir pasajes de gran belleza y naturales de entidad, lanzando el vuelo y aprovechando al máximo la inercia de 'Bullicioso', un toro hondo que sin ser un dechado de bravura, le dio ese poquito que tantas veces se le ha negado al riojano. Hubo momentos de disfrute e incluso de relajación y la estocada casi entera en la yema sirvió para que el público donostiarra le otorgara una oreja más en un coso en el que casi nunca falla el riojano. El mejor de la corrida, llamado 'Turulato', le tocó Adame y el mexicano le plantó cara en una faena rápida y desigual. Los muletazos se acumulaban como los tantos en un partido de baloncesto. El toro fue realmente bueno y el diestro de Aguascalientes no pasó de voluntarioso. La oreja llegó por lo espectacular de la estocada, poco más. Ureña tuvo un lote poco propicio. Se la jugó el murciano, pero no terminó de sacar nada en limpio. Ayer la tarde de Illumbe tuvo el sabor de un torero de Arnedo que hizo de su clasicismo su sello de identidad. o Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja
El cuarto de Fuente Ymbro cogió a Diego Urdiales de mala manera en los medios. Hachazo seco en la pierna, derrote brutal que levantó al riojano por los aires en unos instantes de violencia incontenible. Luego, en el suelo, 'Impostor', que así se llamaba el regalito de Ricardo Gallardo, lo pisó por todos los parajes del atlas de su anatomía, especialmente en la cara, donde se llevó un fortísimo golpe propinado por los cuartos traseros. Fue un milagro que saliera vivo Urdiales de semejante trance; un milagro porque la fuerza del reservón estaba intacta y el cuerpo del riojano desmadejado. En realidad, el toro no le había dado buenas noticias a nadie, especialmente con el capote, donde ya comenzó a escarbar y a esconder la cara entre las manos en actitud defensiva, como si en el fondo de su ser se adivinaran ya dos detalles: su cobardía y su falta de entrega. Pero poco pareció importarle a Urdiales, que tras unos doblones suaves en los terrenos del tendido diez, se lo sacó a los medios para comenzar la faena en redondo. Dio la sensación de que rebosaba confianza el torero, plantado en el platillo y poniendo la muleta como si el toro de Fuente Ymbro fuera bueno y no un marrajo. Y quizás ahí llegó la voltereta, producto de esa forma de correr riesgos que engrandece a los que se visten de torero y que saben que en cada tarde está su vida pendiente de ese hilo invisible que en realidad es esta fiesta inigualable. Y si con 'Impostor' le había deparado a Urdiales la cruz más amarga de la moneda, con el primero de la tarde y de la feria, las cosas habían sido radicalmente distintas: faena de triunfo, faena de clase y actuación trufada de esa torería tan particular del diestro del Cidacos; o dicho de otra forma, clasicismo inmortal. Con el capote ya dejó momentos de inspiración, con una media preciosa y dibujada, rebozándose con el toro a cámara lenta. Fue a buscarle a los medios con la muleta, y el toro, medido en las embestidas, se desplazaba bien en los dos primeros lances de cada tanda. Al tercero se lo pensaba y venía como dormido tras la franela del torero. Hubo dos series con la derecha que hicieron crujir a Illumbe. La planta quieta, el engaño por delante y esa forma de quedarse en el sitio para soltar con el vuelo la embestida. El toro tenía más forma que fondo y Urdiales fue capaz de conseguir pasajes de gran belleza y naturales de entidad, lanzando el vuelo y aprovechando al máximo la inercia de 'Bullicioso', un toro hondo que sin ser un dechado de bravura, le dio ese poquito que tantas veces se le ha negado al riojano. Hubo momentos de disfrute e incluso de relajación y la estocada casi entera en la yema sirvió para que el público donostiarra le otorgara una oreja más en un coso en el que casi nunca falla el riojano. El mejor de la corrida, llamado 'Turulato', le tocó Adame y el mexicano le plantó cara en una faena rápida y desigual. Los muletazos se acumulaban como los tantos en un partido de baloncesto. El toro fue realmente bueno y el diestro de Aguascalientes no pasó de voluntarioso. La oreja llegó por lo espectacular de la estocada, poco más. Ureña tuvo un lote poco propicio. Se la jugó el murciano, pero no terminó de sacar nada en limpio. Ayer la tarde de Illumbe tuvo el sabor de un torero de Arnedo que hizo de su clasicismo su sello de identidad. o Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja