Foto: Carmelo Bayo |
Lamentable por descastada y mansa de Fuente Ymbro y dureza extrema con Miguel Ángel Perera de un sector minoritario de Madrid
El primer toro de Diego Urdiales fue un sobrero de Buenavista, colorao, largo de viga y bien puesto de pitones, que desarrolló nobleza y que tuvo un buen tranco por el izquierdo. La faena de Urdiales fue sincopada y sincera. Comenzó suave por abajo en los terrenos de tablas y se sacó el burel al tercio para lancearlo en redondo de primeras y confiar el tranco del animal, suavón, pero que tenía una clara tendencia a acostarse en el tercer muletazo. Lo mejor fue, sin duda, las dos tandas de naturales, majestuosas y perfectamente colocado a pesar del incómodo viento. El toro la tomaba mejor cuando Urdiales se la dejaba muerta y dormida en la cara y lograba tirar de él de principio al final. La faena comenzó a desdibujarse al volver a la mano derecha –quizá ahí pudo estar el error del riojano– tanto por el viento como por esa manera de descomponerse al final del viaje reponiendo terreno y metiéndose por dentro al no ir toreado de la manera que perseguía el diestro arnedano. Urdiales estuvo mucho tiempo en la cara del toro; lo había brindado a la memoria de Renatto Mota, el novillero peruano fallecido el martes, y escuchó el primer aviso antes de entrar a matar. Buena estocada, pelín contraria, que le sirvió para escuchar una ovación. La única que recibió, puesto que su segunda comparecencia careció absolutamente de historia. El toro, llamado ‘Víbora’, serio y bien armado, careció del más mínimo atisbo de bravura, y el diestro de Arnedo lo pasaportó de una buena estocada, tras una faena exclusiva de derechas que no pasó de esbozo. A Urdiales se le vio desde el principio absolutamente seguro de que iba a ser imposible el mínimo lucimiento con el único de Fuente Ymbro con el que se las vio, en una corrida verdaderamente infumable por mansa y rajada del ganadero gaditano Ricardo Gallardo.
El triunfador de la tarde fue Alejandro Talavante, sensacional con el mansísimo sexto en una labor vibrante en terreno de chiqueros en los que logró meter al manso en la canasta en varias series de gran exposición. Era el final de la corrida y el diestro extremeño demostró que se encuentra en el mejor momento de su carrera. En el primero de su lote se la jugó a carta cabal en los medios a pesar del viento y recibió una tremenda voltereta de la que salió ileso de verdadero milagro. Miguel Ángel Perera sintió en carne propia el inmenso rigor de un sector de la plaza que lo trató con una dureza extrema, impropia de buenos aficionados.
o FERIA DE SAN ISIDRO Toros de Fuente Ymbro (el primero devuelto por inválido; sobrero de Buenavista, noble) bien presentados, muy mansos, descastados y bravucones. El sexto, el más manso del encierro, desarrolló nobleza por el pitón izquierdo en la parte final de la faena. Diego Urdiales: saludos tras dos avisos y silencio. Miguel Ángel Perera: silencio y silencio tras aviso. Alejandro Talavante: saludos tras petición y oreja. Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Lleno de no hay billetes. Se guardó un minuto de silencio por el novillero peruano Renatto Mota, herido de muerte el martes en su país. Miércoles, 18 de mayo de 2016. Décimo segundo festejo del abono. o Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja