Explica la cantaora Argentina María López Tristancho –Argentina de nombre artístico–, que «hagamos la música que hagamos, la realidad es que al final los flamencos llevamos las cosas a nuestro terreno, que es el de cante, el de nuestro sentimiento más hondo y emocionante». De esta manera se expresa la joven cantaora onubense que tiene esta noche (Teatro Bretón; 21 h.) el privilegio y el compromiso de inaugurar la XX edición de los Jueves Flamencos. «Me acuerdo mucho de Logroño, de cuando me presenté en esta gira del norte y el respeto y el silencio de los aficionados». Fue en 2009 en el Salón de Columnas y con el toque de Eugenio Iglesias.
-¿Ha cambiado mucho como cantaora?
-Llegué muy nueva, con poca experiencia, pero con esas ganas de agradar y emocionar que espero que no se me vayan nunca. Obviamente, la vida da muchas vueltas y me siento una verdadera privilegiada porque he podido hacer mi carrera como soñaba, grabar cuatro discos y continuar esa búsqueda que emprendí siendo una niña en pos de cante. Sigo soñando con eso, con ser una gran cantaora.
-¿En qué momento artístico se encuentra?
-Lo más importante es que sigo queriendo aprender y aprendiendo cantes que ni los he hecho en directo ni los he grabado y que deseo incorporar a mi repertorio con el tiempo. Me gusta buscar letras nuevas y escuchar cantaores que me puedan aportar matices a mi personalidad como artista. Todo eso es fundamental para no estancarse y crecer al máximo. Estoy preparando mi quinto disco que va a ir en la onda de los anteriores, cante tradicional y mucho sentimiento. Me emociona coger cantes que están en desuso y retomarlos a mi manera.
-¿Cómo comenzó en el cante flamenco?
-Fue en una academia de baile donde iba a clase; pero siempre me gustaba cantar y me hicieron una prueba por fandangos, que es el cante de nuestra tierra. Estuve nueve años formandome y conociendo el universo de este palo que tiene tantas variaciones. Después fui a la fundación Cristina Heeren a seguir formandome. Allí aprendí a cantar flamenco de manera más meticulosa, técnica vocal, y el acercamiento a todos los estilos: soleá, sigiuriya, malagueña...
-Es curioso que Huelva viva un momento excepcional en el flamenco con tres de las voces más señeras de las nuevas generaciones, la suya, Rocío Márquez y Arcángel.
-Desde Paco Toronjo hasta la irrupción de Arcángel se han perdido varias generaciones de cantaores; pero Huelva ha sido siempre muy flamenca, lo que sucede es que salir de tu tierra y darte a conocer es muy complicado. Pero es que además de nosotros hay una cantera excepcional. Yo creo que tiene que ver con la enorme expresividad que tiene el fandango como base y forma de conocer los cantes, gracias a sus tonalidades, los graves, los altos, las cadencias. Cuando escuchas otro palo que no es el fandango da la sensación de que hay muchas cosas de él en la estructura más íntima de muchos cantes.
-¿Qué voces le inspiran como artista?
-Me gustan todos los cantaores y de todos y de cada uno de ellos se puede aprender. Es otro consejo que me dieron, que no bebiera sólo de una fuente, que abriera mi mente y mi alma. Pero, obviamente, como aficionada tengo mis preferencias, mis querencias. Por ejemplo me suelo mirar mucho en Jerez: Terremoto (padre e hijo), Caracol, Antonio Mairena, Manuel Vallejo... Pero no me puedo olvidar de Manuel Pavón, ni de la Niña de los Peines o la Paquera de Jerez, tan diferentes entre ellas pero tan necesarias para amar el flamenco. No nos podemos encerrar en un sonido o en un estilo porque el flamenco es muy grande y tiene una biodiversidad interior increíble. Su riqueza es máxima y extraordinaria, por eso es tan hermoso y complejo y es capaz de llegar a descubrir tal número de matices.
-El cante suele ser también un reflejo de la personalidad y del momento que vive el artista. ¿Cuál es el suyo?
-Ahora mismo el del disfrute de cada concierto. Cuando comienzas en el mundo profesional vives cada actuación con un sentido de la responsabilidad enorme; no dejas nada al albur de la improvisación. Ahora, con el tiempo, las cosas las percibes y las canalizas de otra forma. Es decir, tú te instalas en la responsabilidad porque eres consciente de lo que vas a hacer y de lo que la gente espera de un concierto. Es un verdadero placer sentirse esperada y saber que la gente quiere disfrutar de tu arte.
-¿Y sigue existiendo espacio para que cada actuación sea diferente?
-Sí. Y llega exactamente en el primer cante, en el que se da el contacto inicial contigo mismo, con los espectadores, con la noche. Es muy significativo y aunque no suela ser el más redondo marca un poco cómo va ir el resto de la actuación. Me gusta ir descubriendo cosas nuevas y diferentes en cada cante. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja