La corrida de Barralva no fue fácil ni propicia para el lucimiento pero el riojano estuvo a gran nivel
La seguna tarde consecutiva de Diego Urdiales en ‘La México’ fue diametralmente opuesta a la de su debut en el embudo de Insurgentes en la corrida en la que sustituyó a Enrique Ponce y confirmó su alternativa. Los dos toros de Barralva que despenó la madrugada del domingo al lunes fueron complejos, especialmente el segundo, un ejemplar colorado y exigente que se movió con aspereza y nula entrega y con el que Urdiales porfió desde el primer momento hasta la estocada caída con la que lo pasaportó. La faena tuvo momentos de mucha exposición, especialmente en las tandas iniciales debido a la forma vertigionsa con la que embistió el astado y las ventajas que le dio el riojano, que lo llevó siempre con los vuelos, sin perderle pasos y queriendo ligar los muletazos para construir series largas con auténticos ‘obligados’ de pecho. Daba la sensación de que entre ambos se estableció un diálogo de sordos: el toro gritaba y el riojano le respondía por lo bajini, como sin dar importancia al esfuerzo que había que hacer para torear de esa manera a un animal con tantos pies. Sin embargo, a media de que la faena fue alargando su metraje, el toro de Barralva (de encaste Atanasio) bajó su intensidad –no se puede hablar de bravura cuando no hay fondo real de entrega– y su brío acabó quedándose en tibia defensa. Aún así hubo algún natural estimable pero la faena estaba vista para sentencia. La estocada se fue a los blandos y la cosa no pasó a mayores. Muy distinta fue la actuación con el primero, un animal con cierta clase, pero vacío de fondo, tardo, reservoncete y muy venido a menos casi desde el inicio de la faena de muleta. Lo peor de este toro es la forma en la que se encasquilló el torero de Arnedo con la espada, de lejos la parte peor de su periplo en ‘La México’, aunque en Lima mató a sus dos toros sin puntilla.
Su mejor temporada
Su mejor temporada Diego Urdiales dio por concluida de esta forma la mejor campaña taurina de su vida en un año marcado por tres momentos inolvidables: la gran tarde de Bilbao con la Puerta Grande más rotunda de la temporada (tres orejas en la tarde de los astados de Alcurrucén con Miguel Ángel Perera y Sebastián Castella en la terna); las dos salidas a hombros de Logroño y el faenón de hace quince días en el embudo de Insurgentes, posiblemente la mejor faena de su vida, en la que logró varias de las series más perfectas y sentidas de los últimos años. Urdiales regresa hoy a España y desde el hotel en el que se hospeda en México D.F. explica a los lectores de Diario LA RIOJA que «han sido tres semanas en América impresionantes, tanto a nivel personal como profesional y con las vistas de volver a estas tierras antes de que dé comienzo la temporada taurina en Europa». Sobre la corrida de ayer, el diestro riojano comenta que «esperaba otro comportamiento porque ésta es una buena ganadería –se había seleccionado Manzanares–, pero ha salido francamente mala. Son cosas que pasan y seguro que volveré pronto a este país». o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja