martes, 22 de septiembre de 2015

El peruano Roca Rey corta dos orejas en La Ribera en una mala y pequeñísima corrida de Zalduendo

Morante de la Puebla deja una faena sincopada repleta de momentos de inspiración y El Juli se pierde entre enganchones ante dos toros tan infumables como chicos

Andrés Roca Rey llevaba hierba en la boca. Venía a Logroño nuevo, novísimo, con la ilusión de un principiante, que es lo que es, ante dos maestros consumados. Los papeles del doctorado en la mano, frescos como su volanderos como su flequillo, limpios de polvo y paja y con ganas de mojar la oreja a dos toreros que parecen vivir una decadencia de ánimo, de toreo y de retos. Zalduendos de pitiminí, zalduendos cariacontecidos, chiquitines, a modo para dos de las máximas figuras que firman sus corridas con contratos repletos de letras pequeñas. La primera condición, el toro insignificante, el toro disminuido de cuerpo, pitones y corazón. A partir de ahí, el espectáculo nace con demasiadas trabas. Y así fueron los dos primeros capítulos. Un Morante tirando líneas con el primero y un Juli a trallazo limpio con el segundo. Nada de toreo, ni de emoción, sólo una especie de bostezo que se intercalaba con el estruendo de las charangas del sol alto. Y entonces, en un quite, el primero de su turo, salió Roca y la lió por tafalleras, chicuelinas y una revolera ante las narices mismas de El Juli. El toro era sencillamente insignificante. Pero la plaza captó el ansia del peruano, y el adormecido coso estalló en una ovación enorme. Impactó Roca como un rey en el planeta de emperadores aburridos. El torero peruano rozó la segunda oreja con su primero, un toro un poco más descarado de cuerna, con cierto geniecillo, con el que desplegó una enorme variedad de recursos. Todo macerado por la quietud inicial y por un bombazo con un muletazo en el que se sacó al toro por la espalda que conmocionó a La Ribera. Parecía que se había hecho la luz afarolada del toreo marcado por la improvisación y un 'swing' increíble en varios pases de pecho monumentales. Aguantó impávido, demostró variedad de lances, un poco la cocina peruana, un poco el toreo nikkei del pase de las flores, los circulares y una pinturera roblesina. Un primor de valor, un primor de querer y de emoción que cerró por manoletinas y una gran estocada. Se le pidió la segunda oreja; yo se la hubiera dado, pero es potestad del presidente no concederla y lo respeto. Morante de la Puebla también rozó otra oreja en el cuarto tras una faena poblada de detalles, buen toreo y superior gusto. El torillo embestía sin alma, con tanta nobleza que parecía un carretón; sin duda estaba por debajo del límite de todo, ese mismo límite que impone Morante, su entorno y el rollo de la nobleza sin alma a estas corridas de figuras y figurones tan incomprensibles. Se pidió la oreja mayoritariamente, el presidente no la concedió y Morante se dio una vuelta gloriosa en la que hasta bebió en bota. El Juli no tuvo opciones con ninguno de su mini-toros. El primer mini-toro se caía cayéndose y allí el de Velilla de San Antonio con su imponente vestido azul Bilbao y oro con la muleta como si fuera una tirita, tapando las grietas de la bravura con plastilina. El quinto fue algo parecido. Y aunque salió aparentemente dispuesto a comerse el mundo, la cosa duró un suspiro. Pero faltaba el sexto, el de mejores hechuras, con más movilidad pero ayuno de clase y bravura. Roca se jugó el tipo de nuevo, aguantó algún parón de infarto y tras un bello inicio por estatuarios logró algún muletazo especialmente largo y ceñido. Se la jugó a carta cabal, con mucha verdad y logró una meritoria segunda oreja que sirvió para maquillar una tarde mediatizada por los impresentables zalduendos y la letra pequeña de Morante, El Juli y sus 'agradaores'. o Crónica para www.larioja.com

o Logroño, martes 22 de septiembre de 2015. Cuarta corrida de la feria. Toros de Zalduendo, mal presentados, pequeñines, de mal juego en general; el cuarto, de gran bondad y el tercero y el sexto con algo más de chispa. Morante de la Puebla, silencio y vuelta al ruedo tras petición; El Juli, silencio en ambos; Roca Rey, oreja con petición de la segunda y oreja. Entrada: Algo menos de tres cuartos. Iván García saludó en banderillas tras un par de máxima exposición.

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