El torero madrileño regresa hoy a ‘La Ribera’ en un cartel de máxima atracción con Morante de la Puebla y el joven peruano Roca Rey
Julián López ‘El Juli’ vuelve esta tarde al coso de La Ribera, una plaza de la que llevaba varias Ferias de San Mateo ausente: «No ha habido una razón concreta para no haber venido; son desencuentros que se producen en las negociaciones que ya no creo que tengan demasiada relevancia. Vuelvo ahora y creo que eso es lo realmente importante», asegura un torero que viene a Logroño tras indultar un toro de Daniel Ruiz en la feria de Albacete tras ser testigo en Salamanca de la cornada de Miguel Ángel Perera.
-¿Se dieron cuenta de la gravedad de la cogida?
-Perfectamente, se vivieron momentos muy duros porque cuando ves a un compañero así lo pasas realmente mal.
-Este año está siendo muy duro...
-La verdad es que sí, que se han multiplicado las cornadas y en muchos casos su gravedad. Los toreros exponemos cada vez más, el toro pasa muy cerca y eso tiene sus consecuencias. Somos plenamente conscientes de los riesgos que se asumen y en inherente a una profesión que vive en el límite.
-¿Cuesta asumirlo?
-Hay que hacerlo.
-Ahora a los toreros se les insulta y se les dice asesinos...
-Algo está fallando, no cabe duda. Estamos viendo verdaderas tragedias humanas con refugiados que no tienen dónde ir y se hablaba sin parar del Toro de la Vega, casi al mismo tiempo. Creo que es necesaria una reflexión profunda sobre todo lo que está sucediendo últimamente.
-¿Por qué no hay una respuesta conjunta del sector a este tipo de cosas?
-En el toreo siempre hemos ido demasiado por nuestra cuenta. Hemos sido incapaces de caminar unidos para reivindicar nuestros derechos de todo tipo. Pero creo que las cosas están cambiando también y se está preparando algo importante que tiene que ver con nuestra unión para formar una plataforma que nos represente.
-¿La liderará usted?
-No creo que ésa sea la cuestión más importante. Yo ya estuve con el mal llamado G-10 y todo aquello que al final no terminó de funcionar. La cuestión es que seamos capaces de dar una respuesta común para defender el toreo que es lo más importante.
-Ayer se cumplían los cien años de la inauguración de la vieja plaza de Logroño. ¿Se acuerda de ella?
-Tenía una personalidad especial, aunque no debuté con buen pie porque me protestaron mucho que no quisiera poner banderillas. Pero aquello no significó nada, he tenido la suerte de torear muy bien en Logroño y de estar en el cartel inaugural del nuevo coso.
-¿Estamos viviendo una nueva evolución de su toreo?
-Creo que un artista siempre tiene que estar en plena evolución. Mi carrera siempre ha sido así. Hubo un momento durísimo en el que decidí cambiar con lo que venía haciendo desde novillero. Dejé de poner banderillas y comencé a ahondar al máximo en el toreo que buscaba. Muchos aficionados no lo entendieron porque ese Juli que ellos esperaban no lo veían. Costó mucho, pero acabó dando sus frutos.
-Precisamente en Logroño alcanzó una cota muy alta con aquel toro de San Martín...
-Fue una faena muy importante para mí en un año ya de mucha seguridad en mi toreo, que luego se plasmó con el toro de Vistalegre de la despedida de Curro Vázquez.
-¿Y llegó ‘Cantapájaros’?
-Fue una tarde esencial en mi carrera, en Madrid. Me rompí toreando.
-Le dieron solo una oreja pero todo el mundo habla de aquella forma suya de torear, tan enterrado, con tanto sentimiento... ¿Resulta paradójico?
-Es que se le da demasiado valor a las orejas y el toreo es muchas otras cosas más que las meras estadísticas, que los triunfos.
-Pero usted siempre sale al ruedo a triunfar, a cortar orejas.
-Es la obligación de una figura del toreo, dar lo que la gente busca. Emocionar para que sigan volviendo a la plaza.
-¿No le importa sacrificar parte de la estética para buscar un toreo cada vez más largo y profundo?
-Es que cuando toreo buco algo más, sacar la muleta por debajo de la pala del toro, llevarle sometido desde adelante hasta el final, mandarle, llevarle dónde yo quiero. Lo siento de esa manera y es lo que estoy haciendo en el ruedo. Y en ese momento la realidad es que uno se abandona y pone todo su cuerpo al servicio de eso que estás buscando.
-Para eso se necesita un toro muy especial.
-Un toro muy bravo que sea capaz de responder a ese camino que tú le marcas, un toro que además no es nada fácil, que te da pero que te exige una barbaridad. Es lo que estoy sintiendo ahora como torero, lo que en realidad más me está llenado y lo que me provoca esa sensación de plenitud interior que buscas como profesional. o Entrevista para Diario La Rioja.