Alejandro Talavante emerge con su emoción creativa en el San Isidro más triunfalista de las últimas temporadas
Era el último toro de Alejandro Talavante en la Feria de San Isidro e iba a comenzar la faena. Salió el torero caminando parsimonioso al tercio, con la muleta en la mano, dispuesto a todo. Entonces, tal y como hizo hace unas semanas en Aguascalientes ante un astado de Fernando de la Mora, se hincó de rodillas a plomo sobre el ruedo venteño, y comezó a torear por alto de hinojos. A la salida del cuarto lance, se pasó la pañosa por la espalda y con la mano derecha recetó un increíble muletazo por el pitón izquierdo del ‘juampedro’ que le pasó lamiendo los alamares de la chaquetilla en un suspiro que se hizo eterno y en el que diestro extremeño dejo boquiabierta a la plaza más importante del mundo. Después, Alejandro remató por alto y tras un pase de pecho se fue del toro caminando hacia atrás ensimismado, roto, casi flotando. Toreaba con toda su alma y Madrid se rindió a sus pies tras fallar una faena clamorosamente imperfecta pero hermosa y sentida como muy pocas. Quizás la faena de la feria. ¿Quién sabe?, aunque no fuera premiada con la puerta grande que el miércoles había conseguido Sebastián Castella tras una gran actuación ante ‘Jabatillo’, un colosal derroche de bravura y ritmo de Alcurrucén. Sin duda, éstas han sido las dos cumbres de la tercera semana de San Isidro, en la que hay que anotar otra puerta grande, la de Alberto López Simón, un torero jovencísimo que camina con paso firme hacia el estrellato y que aunque se discutiera la oreja de la faena a su segundo oponente, dejó bien claro lo que supone querer ser por encima de todo.
La corrida de Juan Pedro, la del viernes y en la que triunfó Alejandro Talavante sin cortar ni una sola oreja, ha sido la mejor de la feria en un abono de toros buenos sueltos pero de enormes fracasos de hierros históricos como el de Victoriano del Río o Puerto de San Lorenzo en esta semana. En lo peor del abono hay que colocar el colosal error de los veterinarios dando por buenos armarios indecorosos tras rechazar casi al completo la novillada del Montecillo. Dos jóvenes novilleros con traumatismo craneal (Martín Escudero y Joaquín Galdós, ambos debutantes) y un nuevo héroe de Las Ventas, Francisco José Espada, que se quedó en solitario ante seis astados. Cortó una oreja porque la presidencia, tan laxa en los corrales por la mañana, se mostró intransigente por la tarde para desatender la petición mayoritaria de los espectadores. El ganadero Paco Medina declaró a ‘Mundotoro’ que tras rechazarle buena parte de los astados que había presentado, «llevé dos novillos de desecho y me los aprobaron». Mal los veterinarios, pero muy mal también un ganadero que debería haber retirado su corrida al completo antes de lidiar astados que no tenían las más mínimas hechuras pero sí ese tamaño absurdo que se empeñan en confundir con el trapío. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja
o Seis orejas y dos Puertas Grandes en la 3ª semana: Sebastián Castella, dos orejas al extraordinario toro ‘Jabatillo’, de Alcurrucén. Alberto López Simón (una a cada toro) en la tarde de Las Ramblas, y Daniel Luque una a un astado de gran juego de Juan Pedro. La sexta la obtuvo el novillero Francisco José Espada.
o Ganaderías: La corrida más completa del abono capitalino ha sido la de Juan Pedro Domecq. El mejor toro, de lejos, el de Alcurrucén que propició el inmenso triunfo de Castella. Han decepcionado Victoriano del Río, Puerto de San Lorenzo y Alcurrucén.