jueves, 9 de abril de 2015

ROCÍO SEGURA, LA VOZ BRAVÍA

Rocío Segura dejó un espléndido concierto como final de ciclo en el coqueto Salón de Columnas, que como siempre estuvo a rebosar de aficionados que encuentran en el flamenco norteño del invierno un espacio para el cante clásico, para el flamenco sin apellidos, para lo más cabal de un arte inmemorial que en este espacio carece de concesiones. Nada es para la galería, todo se encamina por la senda de la pureza, sin modas, como si el tiempo no hiciera mella en el espíritu de los aficionados ni los programadores. La autenticidad por bandera: cante flamenco. Sin embargo, conviene apuntar que Rocío Segura ha cambiado mucho desde aquel 2004 en el que se presentó en nuestra ciudad todavía con el rescoldo de la Lámpara Minera, y por lo visto el jueves, tiene recorrido para mejorar y aposentar su voz primigenia y poderosa y rebuscar en los tonos bajos los melismas que acrecienten esa dulzura que por momentos pasea pero que en la mayor parte de las ocasiones cae rendida al fragor de su gigantesca garganta. Canta sin esfuerzo, y sin aparentes batallas es capaz de despendolarse por los tonos más altos. ¡Qué poderío el suyo!, cante bravío del barrio de la Pescadería almeriense que la vio nacer, voz de saetera bélica, de fandanguera valiente y todopoderosa. En este espacio, Rocío Segura camina con un ímpetu desprovisto de cualquier armadura; es feliz -y lo sabe- en el alambre, y donde casi nadie llega, ella lo hace sin refriegas, como un cañón, como un cohete supersónico. Pero cómo serán las cosas que a este humilde cronista le produjo el mayor desgarro de la noche cantando por granaínas, por momentos casi paradas, sin tanta caballería, con el trémolo estupendo y cristalino de un gran Manolito Herrera que bordo esa belleza que a mí, sin saber por qué, me recuerdan al tintineo de las fuentes de la Alhambra. Notas que se reproducen las unas sobre las otras en una especie de algarabía inconsciente pero perfectamente matemática. Y en ese crepitar de sonidos naturales, la voz sosegada de Rocío Segura coqueteando con el silencio. Hubo una belleza desconsolada, inalcanzable, purísima... También me gustó mucho su inicio por soleá, en los primeros tercios, cuando rebuscó otra vez por sus adentros. El resto del concierto mantuvo un buen nivel a excepción de los tangos del inicio. Pero a partir de ahí, todo fue creciendo hasta terminar por fandangos que entusiasmaron a los aficionados. Otra buena noche de cante en Logroño. Y van… El ciclo acabará el próximo 23 de abril con el bailaor José Maya, que vendrá con Juana la del Pipa y José Valencia. Como para perdérselos. 

o XIX JUEVES FLAMENCOS Cante: Rocío Segura Toque: Manolito Herrera. Salón de Columnas del Teatro Bretón, de Logroño (lleno). Jueves, 9 de abril de 2015. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja