domingo, 7 de diciembre de 2014

La segunda gran cuna de la tauromaquia

Tierras Taurinas, de André Viard, realiza un número excepcional sobre la historia del toro bavo en el norte 

El opus 29 de ‘Tierras Taurinas’, la monumental obra liderada por el torero y periodista francés Andre Viard, continúa su camino por las tierras del toro bravo y se detiene este trimestre Navarra y el País Vasco en un número en el que se ahonda con precisión de cirujano en el origen de la casta Navarra, los esquivos y salvajes toros Betizus y en el trabajo que está desarrollando el ingeniero y criador de reses bravas Miguel Reta para recorrer el túnel del tiempo y crear una ganadería para la lidia con esta peculiarísima base genética. Hace unos años Miguel Reta ingresó en la Unión de Criadores de Toros de Lidia y la procedencia de las reses que forman su hierro es de Arriazu, Laparte, Domínguez, Lahuerta y Aranda, ganaderos navarros que han matenido esta sangre durante muchos años de silencio e indiferencia. Como explica el autor, «en los montes de Vizcaya y en las faldas de los Pirineos, subsisten en libertad cuatrocientas cabezas de la raza más antigua europea. El Betizu, o ‘vaca arisca’, considerado como el descendiente directo del uro, y como tal un vestigio del neolítico. De su seleccion surgió la casta navarra. Y no conviene olvidar que con estos ‘toricos coloraos’ surgieron a su vez en la Edad Media los primeros juegos taurinos, y de aquellos las bases del toreo acrobático de los matatoros vasco-navarros y riojanos que popularizó Goya. «Desde el siglo XIV fueron los primeros profesionales de a pie, tres siglos antes de que surgieran los de Sevilla y Ronda». Y va más allá André Viard: «Seguir la huella de la casta Navarra y de sus matatoros, permite entender la riqueza de un arte que, antes de pulirse en Andalucía, existió cuatro siglos en el País Vasco, en su forma más ancestral. Una realidad histórica inapelable que, sin embargo, los ideólogos separatistas prefieren ocultar. La antigüedad de la tradición taurina en toda la zona, y más aún su permanencia y vitalidad en numerosos cosos, pone en evidencia a los políticos independentistas, quienes aseguran, con una total ceguera, que la Fiesta nunca ha constituido una tradición vasca».

Otra cuna del toreo
Como escribe André Viard, «para ser fieles a lo que representa la Fiesta taurina en el País Vasco, debemos enfocar su historia bajo tres temáticas fundamentales. La primera es la casta Navarra, desde su origen mítico a partir de los Betizus salvajes -hoy casi extinguidos-, hasta su recuperación para la lidia que se desarrolla en Estella. La segunda es la historia de este toreo autóctono ejecutado por los matatoros vasco-navarros, llamados muy al principio ‘corredores’, cuyas características podemos entrever todavía, en paralelo a los recortadores que vuelven a profesionalizarse, en un culto a la virilidad que se ha mantenido vivo a lo largo de diez siglos en la tradición de los encierros. Una costumbre, por cierto, que Ernest Hemingway dotó de fama internacional. La tercera temática, que bien lamentamos tener que abordar, es la vergonzosa instrumentalización política de la Fiesta por parte del integrismo separatista que utiliza la negación histórica como principal arma de propaganda. Tres vías para reivindicar la tauromaquia de los vasco-navarros, ésa ‘otra cuna’ donde, en parte, bebe la Fiesta actual». o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja