Manzanares llegó ayer a Logroño en avión pero no voló nada alto a pesar de la orejita con la que el cariñoso público logroñés premio al bello torero alicantino. Conviene recordar que Manzanares llegó a La Rioja tras haber toreado apenas unas horas antes en Nimes (Francia), donde se encontró con un buen Zalduendo al que desorejó por partida doble. Y ayer, por el viaje, por el esfuerzo matutino o por lo que sea, Manzanares volvió a dar los mismos síntomas de toda la temporada: es tan incapaz de ajustarse con un toro como de dar una serie con un muletazo limpio. Todo por las afueras, con el viaje del toro tan periférico que entre su anatomía y la del astado cabe otro toro, incluso en ocasiones, hasta dos. Luego, con la muleta en la mano izquierda coquetea con el desastre, tan destemplado y tan ayuno de ligazón como de temple. Eso sí, es capaz como nadie de adornarse en las suertes, de ponerse tan bonito que tiene la capacidad de vender su ‘pescado’ como nadie. Pero claro, tarde tras tarde haciendo lo mismo, su toreo se convierte en una especie de amaneramiento incapaz de emocionar a nadie. Ayer en Logroño tuvo una tarde para olvidar: el primer toro fue un inválido absoluto, y en el segundo, un jabonero tan noble como escaso de energías, estuvo tan ausente que yo por momentos pensaba que lo que en realidad lo que le sucedía es que estaba sufriendo el ‘jet lag’ producido por el viaje desde Nimes hasta Agoncillo. Manzanares seguía en el avión, pensaba yo mismo con mi mismidad mientras deambulaba con el toro en la faena lángida que el santo público de La Ribera acabó premiando con una oreja tan inconsistente como un azucarillo en un café. Una pena que un figurón del toreo como se supone que es él dé una versión tan irrisoria de sí mismo. Es lamentable la forma en la que consumen fechas sin que pase absolutamente nada. Seguramente volverá el año que viene y así hasta el final de los tiempos. Menos mal que Pablo Hermoso de Mendoza estaba ayer en La Ribera para demostrarnos lo que es en realidad una figura del toreo: entrega, ambición y toreo del bueno. Me alucinó Pablo a lomos de ‘Chenel’, especialmente en esos cambios por dentro tras llevar prendida la embestida a la grupa del caballo. Fue un faenón sensacional marrado por la espada. Por eso salió espoleado en el cuarto para refrendar con ‘Disparate’, ‘Habanero’ y ‘Pirata’ una faena para el recuerdo. Dos orejas de ley que demuestran que ser figura va mucho más allá de colocarse en todas las ferias, ser figura es tener un compromiso resuelto con el toreo. El más perjudicado de la tarde fue Paco Ureña, que dispuso de dos toros bastante manejables y propicios para el triunfo. Posiblemente haya sido la peor actuación que he visto al murciano en toda la temporada, en un año que comenzó para él muy bien con un indulto a un Victorino y un importante triunfo en Arles. Ayer, el torero pimentonero se le vio completamente superado, sin recursos en sus faenas y con un toreo plano y previsible. Me gustó el pitón izquierdo del último toro de Juan Pedro, un ejemplar medido de fuerzas pero extraordinariamente noble. Pero Paco no lo vio en ningún momento y naufragó, muy a mi pesar en La Ribera. Menos mal que Pablo Hermoso nos dio la alegría de la tarde.
DOMINGO 21 DE SEPTIEMBRE DE 2014 - 3ª de Abono - 18.00H Toros de CARMEN LORENZO y JUAN PEDRO DOMECQ para PABLO HERMOSO DE MENDOZA, JOSÉ MARÍA MANZANARES y PACO UREÑA / Esta crónica la he escrito en Diario La Rioja