Una exposición descubre la pasión que sentía Camilo José Cela por el arte taurino
«El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que un día soñamos con ser toreros». Estas palabras son de Nobel de literatura Camilo José Cela, que acaba de ser ahora rescatado por el escritor Carlos Abella, que desde su puesto de gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, ha volcado todas sus fuerzas para reconstruir la apasionada querencia del genio de Iria Flavia hacia la tauromaquia. El resultado es una magnífica exposición que podrá verse hasta el 31 de mayo en la Real Casa de Correos y que se enmarca en el caudal cultural que se cita alrededor de Las Ventas durante la feria de San Isidro. La muestra reúne más de un centenar de piezas, entre fotografías, manuscritos, apuntes, esculturas, pinturas, ensayos propios y libros, pertenecientes a la biblioteca privada de Cela, como es el caso de un ejemplar del Cossío firmado por su autor, un ejemplar de la revista ‘Ruedo de Agosto’ de 1947 en el que se relata de la trágica cogida y muerte de Manolete e, incluso, un libro editado por el Club Taurino Logroñés de los ‘Sanmateos’ de 1984.
Como relata Abella en el catálogo, aparecen sus libros taurinos, entre ellos ‘El gallego y su cuadrilla’, ‘Toreo de salón’, ‘Izas, rabizas y colipoterras’ o el relato que escribió a la muerte del torero Pepe Mata publicado en ‘La Bola del Mundo’.
Otro apartado de la muestra son sus propios manuscritos taurinos, en los que se observa lo meticulosa que era su escritura, su afán por la perfección y «su aproximación de los toreros humildes que sueñan con la gloria y el éxito», evocados en los textos de ‘Toreo de salón’. Camilo José Cela mantuvo una estrecha amistad con toreros como Juan Belmonte, Marcial Lalanda, Manolete, Domingo Ortega, miembros de la dinastía Bienvenida o Luis Miguel Dominguín, con el que llegó a participar en varios tentaderos, aunque el propio escritor reconoce que sólo se vistió de luces una vez y fue en Cebreros «con un traje alquilado». Y aunque llegó a tener carnet de profesional taurino, él mismo se definió «con más valor que con arte, consciente de que el verdadero arte en el toreo, como la poesía pura, es sólo posible hallarlo en algunos elegidos». También frecuentó las tertulias que protagonizaron intelectuales muy aficionados tales como las de Gregorio marañón, Sebastián Miranda, Cossío o Díaz Cañabate.
La muestra descubre a un escritor deslumbrado por el mundo del toro y testimonia el respeto, la pasión y la inspiración que nuestro premio Nobel, como tantos otros artistas en la historia, encontró en la tauromaquia. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.