Alejandro Talvante, en la pasada Feria de Olivenza |
Alejandro Talavante ha dado un giro colosal a su toreo. Esta afirmación, que puede parecer exagerada tratándose de una de las principales figuras de la tauromaquia actual con varias Puertas Grandes de Madrid a sus espaldas, se sustenta en apenas tres tardes, entre ellas la de la feria de Olivenza y la ultimísima del abono de Castellón, además de algunas comparecencias invernales en América, especialmente en México. El diestro extremeño ha cambiado radicalmente su concepto. El giro es tan importante que supera lo que pudiera considerarse una evolución técnica por lo que más bien parece una revolución interior y estética que ha convertido a su tauromaquia mucho más arriesgada e infinitamente más pura. Alejandro Talavante no sólo parece haber dejado a un lado los artificios mexicanos de su última etapa (que le daban gran variedad a su toreo y un punto de improvisación), sino que ahora quiere sustentar su toreo en los principios técnicos con los que asombró a los aficionados cuando irrumpió como novillero en una memorable tarde de la Feria de San Isidro. Sin cortar orejas, Talavante se puso el mundo por montera y desde la nada, dos años después se consolidaba en lo más alto del escalafón. Pero vayamos a la parte técnica de la revolución talavantina: torea mucho más erguido, con la verticalidad como eje de una tauromaquia más auténtica en la que las muñecas dominan los vuelos de la muleta. No torea con la bamba puesta como una pantalla, sino que se lleva los toros hacia atrás y hacia dentro. Sin carrusel, sin colocarse tan al hilo como ha hecho estos últimos años.
Además, la presentación del engaño es mucho más natural, ofreciendo la muleta con la colocación del medio pecho y toreando mucho más en redondo pero introduciendo el viaje hacia los adentros. Toreo de inflexión, no de expulsión. En Olivenza, Alejandro cuajó dos series al natural que sin ser perfectas ni rotundas, estaban marcadas por unos principios totalmente distintos a los de sus últimos años. Obviamente, con esta forma de torear se asumen más riesgos de enganchones y de coladas, pero no abusar tanto de las técnicas defensivas confiere al toreo de una belleza mucho más profunda. Muchos aficionados se preguntan si este cambio (o vuelta a los orígenes, según se mire) tiene que ver con la figura de su nuevo apoderado, el diestro Curro Vázquez, que ha dirigido las carreras de Cayetano y Morante de la Puebla.
CURRO VÁZQUEZ, EL TOREO ETERNO
No parece aventurado pensar que si Talavante abandonó la comodidad de ser dirigido por la empresa de Madrid (Manuel Martínez Erice ‘Chopera’) para lanzarse a la aventura con un independiente como es Curro Vázquez, es que la apuesta era con todo el equipo, lo que multiplica el valor de la decisión del diestro extremeño. Sólo el tiempo quitará o dará la razón a Alejandro Talavante, pero la realidad es que cuando llegue la Feria de San Isidro y los aficionados vean la nueva dimensión del diestro extremeño muchos se quedarán realmente asombrados. Curro Vázquez nunca fue figura del toreo; sin embargo siempre ha sido torero de toreros. En su época en activo fue uno de los matadores más admirados por la afición de Madrid, plaza en la que tenía un cartel extraordinario. En Logroño tuvo muchos admiradores y en ‘La Manzanera’ dejó alguna faena admirable. Ha dirigido a tres toreos: Cayetano, Morante y ahora Alejandro Talavante. La evolución de Morante a su lado fue extraordinaria y ahora parece que la elección de Alejandro Talavante supone una gran inflexión en su carrera.o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.