Foto: Justo Rodríguez |
Paco de Lucía demostró que los mitos también viven
Decir que Paco de Lucía triunfó ayer en Logroño es tan alarmantemente escaso como llamar agujero al Gran Cañón del Colorado. Llega un momento en el que se terminan los adjetivos, en los que la magia se asoma con tanta frescura -a pesar de los miles de conciertos vividos-, que en Paco de Lucía el tiempo no tiene la manía de acumular hoja tras hoja en los calendarios con el duro efecto de la aliteración, sino que se posa en su alma como un pajarillo de madrugada, con un suave tintineo que acaba entrometiéndose también en el alma abrasada de los espectadores, que a pesar de que siempre quieren más, ayer se vieron saciados de la música de esta especie de extraterrestre de la guitarra. Muchos pensaban, algunos lo proclamaban a los cuatro vientos, que Paco iba a venir a Logroño a hacer una faena de aliño, a enseñarnos la maravilla de sus 'cositas buenas', algún que otro esbozo de su gran obra y punto. Mas no fue así. Todo lo contrario. Paco de Lucía se mostró pletórico en Riojaforum y encandiló a los espectadores con un magnífico concierto en el que repasó los mejores momentos de su carrera: sonaron, entre otras, Mi niño Curro, Palenque, Entre dos aguas y Canción de amor. Paco de Lucía, y su magnífico grupo resolvieron cada momento del concierto con una técnica asombrosa, pero con sentimiento, con ternura y sin perder ni un solo momento ese compás flamenco que desborda el sentimiento como ninguna otra música puede hacer. Y eso, Paco lo conoce como nadie, porque él mismo es el flamenco. Paco de Lucía coquetea con la guitarra, saca de ella notas de millones de colores. Es difícil describir cómo se puede alcanzar tan alta maestría, tal capacidad de respuesta, tal velocidad y permanecer sentado disfrutando a la vez con un quejío de La Tana, que estuvo también sembrada, al igual que Antonio Serrano, el tipo de la armónica, que jugando el papel de Jorge Pardo, constituyó otra de las mejores sorpresas de la noche. En fin, que Paco de Lucía, ayer, dejó claro que es el más grande, y que es un mito para los restos.