Cuando Estrella Morente se quedó sola en el escenario con Montoyita y cantó los aires son desabridos y especialmente esa siguiriya rota en dos tiempos: el primero clásico y el segundo en el compás exacto de la que su padre deconstruyó de la mano de Juan Manuel Cañizares en la película de Saura y que supuso un cambio esencial en uno de los cantes más jondos de lo jondo, el concierto me supo a gloria. Enrique Morente hizo con la siguiriya lo que Juan Gris con el cubismo. La reinventó, la llenó de aristas cortantes e intensas que subrayaban más todavía la agonía de este cante esencial y telúrico. Y Estrella, cuando entierra sus dientes en esas estribaciones del flamenco que huelen a agonía, a flores yertas y a herrumbre, resulta una cantaora insuperable. Susurra con la dulzura de los ángeles y parece transida con una luminosa mirada que inquieta y que arrebata, con una voz ardiente y limpia, en extremo dulce y profundamente melancólica. Y cuando se duele acaba con las copas de la madrugá como ella sola sabe hacerlo. Pero en el concierto del jueves apenas hubo concesiones a la profundidad del cante y Estrella pasó por el escenario de un Bretón abarrotado con una versión mucho más frugal de sí misma de la que esperábamos sus partidarios (confieso mi rendida admiración hacia ella) y el resto de los abonados del ciclo, aunque sospecho que los que completaron el aforo del teatro salieron más que satisfechos con el arte que derrochó la artista de Granada. Para mí no fue una decepción, aunque les aseguro que esperaba mucho más cante y menos canto. No por nada, sino porque éste es un ciclo de flamenco y de flamenco clásico. Estrella lo que hizo lo hizo muy bien, pero yo añoré aquella Estrella que se presentó en Logroño en un lejano Actual, sin discos bajo el brazo y lejos, muy lejos, de cualquier compromiso comercial. En este mismo escenario cantó por soleá, malagueña, por media granaína, por tientos-tangos, por alegrías, por siguiriya... Todo lo que hizo llegó al corazón porque cantaba sin complejos y sin una discografía por defender. El jueves Estrella llegó a Logroño arropada por su familia y estuvo soberana cantando por sevillanas -las borda- o el tema de le di a la caza alcance, que es una belleza, y hasta su rendido homenaje a Lola Flores y su estirpe. Y lo volvió a bordar porque es una artistaza soberna. Pero para mi gusto faltó aquella profundidad de antaño, cuando se arropaba con tan solo una guitarra y se ponía a cantar aliada con la madre naturaleza, su talento infinito, su desconsolada melancolía, su niñez de ojos nazaríes que no ha perdido un ápice y aquel desconsuelo infantil de la soleá de su madre ‘La Pelota’, tan sutil como el sonido de los surtidores de la Alhambra. # Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja
o XVIII JUEVES FLAMENCOS Cante: Estrella Morente. Toque: Montoyita; y ‘El Monty’ (segunda guitarra) Compás y voces: Antonio Carbonell, Ángel Gabarre y José Enrique Morente. Baile: Victoria Carbonell ‘La Globo’. Compás: El Popo. Teatro Bretón de Logroño (lleno). Jueves, 23 de enero de 2013