Sumergirse en el microcosmos de Estrella Morente pasa inexorablemente por adentrarse en la figura de su padre, Enrique Morente; uno de los máximos creadores de la historia del flamenco: «Jamás olvidaré cuando era una cría y nos decía a mi hermana y a mí que le hiciéramos un compás por soleá mientras estaba componiendo con un poema de Nicolás Guillén o San Juan de la Cruz. Contemplarle allí en el salón de casa indagando en el flamenco y trabajando con sus composiciones es uno de los recuerdos más emocionantes que guardo de él. Por eso, cuando alguien nos dice a cualquiera de la familia la huella que le ha dejado en su vida el cante de mi padre nos produce una emoción increíble y nos hace sentirlo muy cerca de todos nosotros». Así habla la cantaora Estrella Morente, que actúa esta noche (21 horas) en el Teatro Bretón en la inauguración de los XVIII Jueves Flamencos.
-¿Se sigue inspirando en el arte de su padre para seguir adelante con el flamenco?
-Cada día, cada momento. La sensibilidad de mi padre para conseguir aunar tantas influencias y hacerlas flamencas con una sutileza tan generosa es uno de sus máximos legados. Yo sé que es una figura irrepetible por la calidad de su cante pero también por la clase de persona que era y por la forma que tenía de entregarse en cada uno de los proyectos en los que se comprometía. La diversidad de sus discos, la búsqueda que realizó absolutamente consciente era muy comprometida porque hacía del riesgo uno de los motores más fascinantes que tenía para seguir creciendo.
-¿Pero él amaba el flamenco clásico?
-Era su tesoro y nadie se puede imaginar hasta qué punto. Sentía auténtica devoción por cantaores como Pepe de la Matrona, o por tocaores como Manolo de Huelva. Cuando yo tenía siete años grabó con Sabicas un disco memorable: 'Nueva York-Granada', y recuerdo la ternura que con la que le trataba, cómo comprendía su toque, que era antiguo y nuevo a la vez. Y yo allí, una chiquilla que tuvo la suerte de poder grabar una taranta con uno de los guitarristas más colosales de la historia del flamenco. En realidad yo no era consciente en ese momento de todo lo que significaba aquello, pero sí de la verdad que se respiraba en todo lo que tenía que ver con Enrique Morente.
-¿Qué es lo más importante del mensaje de Morente?
-Sin duda, la libertad creadora. Hay obras suyas que son un referente para los cantaores actuales y que van mucho más allá de las modas o de las pretensiones efímeras de agradar. Uno de sus discos más impresionantes que hizo fue el 'Homenaje a Don Antonio Chacón', en el que con un respeto impresionante tomó el cante de uno de los flamencos más importantes de la historia y lo trajo a los sonidos contemporáneos, a la sensibilidad actual no con el afán de cambiarlo ni de pervetirlo, sino de engrandecerlo. Y en ese disco, que lo grabó a finales de los años setenta, está gran parte de la filosofía de mi padre y del amor que sentía hacia el cante más clásico.
-¿Y de dónde le venía ese afán suyo por crear?
-Era un artista inquieto que vivía en flamenco las veinticuatro horas del día y que buscaba siempre nuevas puertas para abrir: la música clásica le encantaba, la poesía, la pintura. Todo lo que le emocionaba le servía para crear, vivía con la sensibilidad a flor de piel y se sentía muy respetado por la afición, los compañeros y muhos periodistas. La verdad es que los artistas lo adoraban
-En su discografía está muy presente la figura de Enrique. ¿Cree que comparten un público con la misma sensibilidad?
-Sin duda, el cante flamenco es la música del pueblo y es muy emocionante ver cómo cuando hago alguno de sus cantes la reacción de los espectadores es brutal. Tengo la suerte de ser la hija de un genio.
-¿Qué recuerdos tiene de sus conciertos en Logroño?
-He venido varias veces, la primera fue en Actual hace ya bastante tiempo en una actuación con Dorantes. Por cierto, en un teatro como el Bretón muy importante para mi familia porque hace muchos años mi abuelo, Pepe Montotiya, que iba como bailaor en la compañía de Pepe Blanco, se puso enfermo en Logroño. La cosa debió de ser bastante grave y Pepe Blanco corrió con todos los gastos del hospital el tiempo que estuvo ingresado. Además, le regaló una guitarra y fue el detonante para que dejara de bailar y se convirtiera en tocaor de forma profesional.
-Enrique admiraba a Pepe Blanco por su gran fuerza como artista.
-En nuestra casa se le veneraba por su genialidad como cantante pero también por su grandeza personal. Todas las cosas que nos han llegado de Pepe Blanco han sido siempre impresionantes y siempre estará en el corazón de nuestra familia. Además, ves vídeos suyos y te das cuenta de que en el escenario era una fuerza de la naturaleza.
-¿Tiene una idea de cómo va a ser la actuación?
-Vengo con todo mi mejor equipo, con mi gente. No me gusta tenerlo todo previsto porque creo que cada concierto ha de ser una historia totalmente diferente al anterior. Nosotros no somos máquinas y en el flamenco, mucho menos.
-¿Sabe que las entradas llevan agotadas desde hace mucho tiempo?
-Es curioso, no le voy a decir que no me agrade, pero pienso en las personas que no pueden asistir, y especialmente en los que siendo aficionados no disponen de las posibilidades para permitirse comprar una entrada. Tenemos que se conscientes de todo eso y no vivir en una especie de burbuja que nos separe de la realidad. Y el flamenco sabe y ha mamado siempre de todo eso como muy pocas músicas. Tenemos que seguir viviendo absolutamente pegados a la realidad. # Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja.