Ningún ministerio contempla en sus programas partida alguna sobre los toros como actividad cultural y ganadera
Juan Medina, doctor en Economía y profesor de Teoría Económica en la Universidad de Extremadura, está realizando un trabajo realmente extraordinario en internet (a través de su blog ‘Tauroeconomía’) y en diferentes medios de comunicación para desmontar una por una las manipulaciones de diferentes lobbies antitaurinos con respecto a las pretendidas subvenciones elefantiásicas que reciben las corridas de toros por parte de la Administración estatal. La última vez que ha salido este tema a la luz fue a raíz del debate sobre la proposición de ley para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural en el que diferentes diputados volvieron a blandir las subvenciones a los toros como arma política arrojadiza. El portavoz de ERC, Alfred Bosch, se preguntaba «si la fiesta de los toros sobreviviría sin los cuantiosos subsidios que recibe de diversas administraciones que hemos calculado, acorde con otros cálculos, en torno a los 570 millones de euros». El gobierno ha presentado el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 2014, y como escribe Juan Medina, un año más la tauromaquia no cuenta con ninguna dotación presupuestaria. Ningún ministerio contempla en sus programas de gasto partida alguna sobre los toros como actividad cultural y ganadera. Y eso a pesar de que el Real Decreto 1151/2011 considera la tauromaquia «una disciplina artística, y un producto cultural» y, por tanto, «una actividad digna del fomento y la protección de la cultura, que el artículo 149.2 de la Constitución encomienda al Estado como deber y atribución esencial». La única medida tomada por la Administración ha sido la creación del Premio Nacional de Tauromaquia. En 2012, el Senado aprobó una enmienda del PP a los Presupuestos Generales del Estado, por la que se dotaba una partida de 30.000 euros a este Premio creado por el último gobierno del PSOE.
Discriminación
Y va más allá Juan Medina: «En relación a otras actividades culturales, la comparación resulta escandalosa. Frente a los 30.000 euros asignados a la tauromaquia, la dotación para las artes escénicas y musicales ascenderá en 2014 a 192,39 millones de euros: el cine contará con 48,21 millones de euros, el teatro con 58,02 millones de euros y los programas de música y danza dispondrán de 86,16 millones de euros. La Tauromaquia recaudó 350 millones de euros en festejos mayores en plazas de primera, segunda y tercera categoría por ingresos, mientras que el cine español consiguió 80 en 2011». La tauromaquia ha sido marginada sistemáticamente en los Presupuestos del Estado, menospreciando su arraigo social y su mayor concurrencia de espectadores, y obviando los generosos ingresos públicos que aporta a la Hacienda española y que benefician al conjunto de la sociedad.
En cuanto a las pretendidas subvenciones de la Unión Europea todo es igualmente falso: «En los últimos cinco años, el Ejecutivo comunitario ha garantizado por escrito hasta en diecinueve ocasiones que la Política Agraria Común (PAC) no contempla ninguna ayuda específica destinada a apoyar la cría de toros de lidia. Y conviene tener muy en cuenta el siguiente dato: la legislación española para la protección de los animales utilizados en experimentación científica considera que un recinto de nueve metros cuadrados garantiza el bienestar de una res que pese entre 400 y 600 kg. La ganadería extensiva de bravo permite que las 240.000 reses de lidia actualmente censadas dispongan de 20.000 metros cuadrados por cabeza. En España las distintas Administraciones territoriales han apoyado de forma desigual las corridas de toros y, en todo caso, éstas han generado un retorno muy superior a la Hacienda española, sin contar el impacto económico en las ciudades donde se organizan festejos y en las zonas donde se ubican las ganaderías de bravo. Por no insistir en ejemplos conocidos como los de Madrid o Andalucía, cuyos gobiernos obtienen de los toros unos ingresos muy superiores a la inversión que realizan en ellos, detengámonos en un caso reciente representativo de cualquier ciudad mediana», destaca el doctor Medina. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.