Flamenknet ha vuelto a pasar con altísima nota artística una nueva edición de tan singular apuesta cultural: nada más y nada menos que una empresa privada que en tiempos oscuros de la economía dedica parte de sus esfuerzos en alentar, promover y organizar un ciclo de cante flamenco donde lo importante es el corazón y el alma, más allá de los nombres y de las etiquetas. Esta edición el salto de calidad lo ha marcado decisivamente su traslado a la Sala de Cámara de Riojafórum, lo que ha permitido un sonido sencillamente perfecto que ha ofrecido a los aficionados (que han vuelto a responder a la llamada del flamenco en Logroño) la posibilidad de disfrutar de todos los matices sonoros de esta música. La organización, perfecta; el sonido, cristalino y el nivel, por las nubes, especialmente el sábado con la arrebatadora actuación de Ricardo Fernández del Moral, ‘ara avis’ donde las haya, cantaor rotundo, largo, poderoso, con un conocimiento enciclopédico de los estilos; y tocaor, tan bueno como cualquiera, que hace todo a la vez y que marca un camino hasta ahora desconocido. Sencillamente impresionante por la dificultad que entraña cantar y tañer a la vez, acabar un tercio con la voz, comenzar un falseta con la guitarra, hacer un trémolo y dictar al segundo un juguetillo con la garganta. Se marchó con toda la gente puesta en pie, y no fue para menos porque lo suyo fue algo muy grande, más allá de todo el artificio técnico, Ricardo te hace sentir el flamenco con la entraña y disfruta en esas escorrentías en las que la voz se sitúa en los precipicios del alma. Raúl Micó, el viernes, también dejó lo mejor de sí mismo en el escenario merced a una voz preciosa y preciosista. Comenzó con la Canastera de Camarón y hubo muy buen cante a lo largo de una actuación honda y muy cabal a la que le sobró ese punto de formalismo que tuvo toda la velada. Íñigo Ruiz, Los Lunares e Islam Tarchokov dejaron la impronta local por todo lo alto. La realidad es que Íñigo ha dado un salto de gigante en su cante y demuestra que además de su poderosa voz hay dentro de él un estudioso del flamenco que lucha cada día por rebuscar más y más matices sonoros de su garganta; hizo tres cantes y los bordó los tres, tal y como le sucedió al guitarrista Islam Tarchokov que se presentó con unas farrucas tan preciosistas como complejas. Todo un lujo.
o Este artículo lo he publicado en
Diario La Rioja.
