Álvaro Lorenzo impresionó ayer a la afición arnedana por algo que resulta difícil de describir. Es un torero nuevo y poco placeado. Buscar su nombre en el escalafón significa algo así como asomarse al subsuelo de las estadísticas. Y allí, en el fondo de ese precipicio numérico, reside un torero, un gran torero. Arnedo lo conocía porque fue el ganador del Zapato de Plata en 2012, pero sólo los aficionados más atentos podían guardar en la memoria el sentido de su trazo taurino, de su tauromaquia limpia de polvo y paja. Y Álvaro emocionó, encandiló y llegó al corazón de la gente porque se adivinaba bajo su montera un torero limpio y sin esa técnica depurada de muchos de sus compañeros que son capaces de poder al novillo más complicado sin apenas esfuerzo, con un mecanicismo tal que en ocasiones raya con la vulgaridad. Álvaro es todo corazón, le funciona la cabeza a las mil maravillas y además de valor, le gustar pasarse los novillos cerca, muy cerca, en ocasiones con un temple natural y en otras con menos gobierno en su todavía incipiente muleta. Pero el toreo le sale de dentro, el toreo le brota del corazón y eso, cuando se pisa los terrenos que piso ayer, escala como una hiedra por los tendidos y llega a los aficionados hasta emocionarlos, como aconteció en sus dos toros, especialmente en el sexto, un astado bueno pero no un toro extraordinario, al que le puso todo el corazón y con el que se multiplicó en una faena intensísima y en la que cada muletazo sabía a Zapato de Oro. La corrida acabó en triunfo pero había empezado de pena con dos toros incapaces apenas de sostenerse en pie. A partir del tercero, la cosa cambió hasta tocar el cielo con el quinto, un extraordinario ejemplar de Fernando Peña que fue una verdadera máquina de embestir: incansable, una especie de tejón que siempre con el hocico por el suelo y con un afán de seguir los vuelos hasta el infinito alucinante. Para mí ha sido el mejor toro de una feria repleta de grandes toros, de una feria ejemplar que hay que seguir cuidándola como oro en paño porque Arnedo en el toreo es puro caviar.
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.