Finca Señorío de Rioja, sita en Igea, apuesta por el cultivo de cerezas de alta montaña y de calidad máxima
Gabriel Sáenz Benito se dio cuenta al momento de la majestuosidad del vuelo de un águila perdicera: «¡Fijaos, qué maravilla!». El silencio diáfano permitía escuchar con nitidez el aleteo de la impresionante ave cuando se escondía detrás de una de las suaves lomas peladas que protegen la Finca Señorío de Rioja, un increíble vergel de más de cuarenta hectáreas sito en el fondo de uno de los valles de la Sierra de Alcarama, entre Igea y Cornago a la vera del río Linares, donde Raúl Sanz, un empresario del sector del mueble de cocina, se ha trazado un singular objetivo: conseguir fruta de calidad excepcional con cultivos respetuosos con el medio ambiente sacrificando cualquier afán de cantidad por los sabores y aromas más delicados. Sus manzanas fuji se han convertido en un icono en España por su sabor y presentación y ahora, en pleno mes de junio, el rojo picota de sus cerezas se apodera de unos frutales tan bien cuidados y tan lustrosos, que por momentos este cronista tuvo la sensación de encontrarse en el interior de uno de esos jardines entre el río Tigris y Éufrates donde la tradición situaba el paraíso terrenal.
Pero no, era el río Linares, que tiene ese punto guadianesco que hace que por momentos desaparezca y traspase su levísimo caudal a uno de los arroyos de montaña que serpentean entre los pinos de repoblación, los chopos, los robles y ese monte bajo que en ocasiones tapa verdaderos acantilados rocosos de singular altura.
Pero vayamos a las cerezas, rojas las que están en proceso de maduración e irisadas en negro las que lentamente han llegado a su cénit de belleza. Gabriel es el encargado del campo y las mima hasta límites increíbles: vallados, disipadores de aves imitando el crujido de los disparos de las escopetas de caza, grabaciones de rapaces en plena cacería e incluso un cable electrificado para asustar a los jabalíes. No hay tregua para defender el preciado tesoro que en este mes llega a su mejor momento, tanto en lo que se refiere al cromatismo que otorga al paisaje como después en la boca, donde se muestra con una carnosidad y un sabor dulce pero para nada empalagoso, equilibrado, con una textura sencillamente inimitable.
La Finca Señorío de Rioja, a pesar de su altura y que tiene en la escasez de agua uno de sus principales hándicaps, es templada y las maduraciones de la fruta son tan lentas que la naturaleza hace por sí sola que la concentración de aromas y sabores sea absolutamente radical. El mismo proceso de las manzanas sucede con las cerezas y como se realizan podas en verde para no cargar demasiado los árboles, la calidad es inmejorable. Raúl lo sabe y de ahí su empeño: «Poner en funcionamiento esta finca ha sido muy duro, he realizado mi propia concentración parcelaria y cada plantación supone una gran inversión. Pero la realidad es que me siento muy orgulloso».
Sabrosas y Nutritivas
Las cerezas son originarias del sureste de Europa y del oeste de Asia. Concretamente las variedades dulces proceden del Cáucaso, del Mar Negro y del Mar Caspio. Fue uno de los frutales más apreciados por los griegos y con el Imperio Romano se extendió a regiones muy diversas de todo el mundo conocido. Las principales especies de cerezo cultivadas en el mundo son el cerezo dulce (Prunus avium), el guindo (Prunus cerasus) y el cerezo ‘Duke’, híbrido de los anteriores. Lo cierto es que la cereza es una fruta rica en vitaminas y en hierro, calcio, magnesio, potasio y azufre y es un ingrediente muy utilizado en la cocina para realizar un gran número de recetas. Las cerezas contienen un 84% de agua, mucha fibra, tienen pocas calorías y muchos hidratos de carbono, así como lípidos y proteínas. / Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.