Una tarde para olvidar el toreo o, sencillamente, para detestarlo. Éste es el balance inmediato de la corrida de ayer en Sevilla, un festejo dinamitado por el desesperante juego de los toros de El Ventorrillo, una ganadería horriblemente descastada que propició un soporífero festejo que no ofreció la más mínima posibilidad de triunfo a ninguno de los tres coletudos.
El riojano Diego Urdiales supo desde el primer momento lo que le aguardaba al intentar estirarse de capote con el primero de su lote, un torancón de tan corto cuello como de desagradecido comportamiento. A pesar de ello, pudo componer un precioso galleo para llevarlo al caballo por chicuelinas rematadas al final soltando el capote a una mano. El animal desde el inicio de la faena –muy molestada por ráfagas discontinuas de viento– comenzó a desarrollar sentido y a lanzar tarascadas en la muleta de Diego, que lo despachó eficazmente con una estocada habilidosa. No había manera de poder ligarle los muletazos, y por dos veces se frenó en mitad de los lances haciendo caso omiso de los toques y buscando descaradamente la anatomía del diestro. El segundo del lote de Diego perdió las manos en la primera verónica y presidente lo cambió acertadamente ante tamaña invalidez. Salió un sobrero muy ancho de pecho, pegajoso y con el que el riojano compuso una faena con altibajos en la que logró los mejores momentos con la mano izquierda. El toreo de Diego, tan reunido, tan clásico, es el menos indicado para un animal rebrincado que embestía sin gracia alguna soltando la cara y reponiendo al final de cada uno de los muletazos. Hubo algún momento, sobre todo al inicio, en los que pareció que la cosa iba a tomar vuelo, pero sólo al final, con unos estéticos doblones, se pudo sentir la fragancia de su toreo. Urdiales se también lució en un quite al primero de Jiméz Fortes. Fandiño tampoco tuvo suerte en sus toros y anduvo muy decidido, y el malagueño Jiménez Fortes demostró con su valor las ganas que tiene de ser torero.
o 8ª corrida del abono de Sevilla. Toros de El Ventorrillo: serios, armados y horriblemente descastados. 4º y 6º devueltos; y uno de Montealto, con buen son (6ºbis). Diego Urdiales: Silencio y silencio tras aviso. Iván Fandiño: Silencio y ovación con saludos tras aviso. Jiménez Fortes: silencio y saludos. / La foto es de Aplausos/Agustín Arjona y esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja.