Los políticos no creen en la información. Los periodistas sólo suelen interesar cuando el mandatario se siente arropado por las opiniones o necesita una mano amiga que bambolee su cuna. La huida de Rajoy por la puerta de atrás del Senado es sólo un ejemplo más de la moda de las ruedas de prensa sin preguntas, de los jefes de prensa ‘paralotodo’ y de la interacción cada vez más repugnante del poder sobre los medios de información, a los que utilizan sin cortapisas y a capricho de sus necesidades electorales. El último escándalo llega -cómo no- desde Andalucía, donde el gobierno de Griñán está en plena cruzada mediática para borrar de un plumazo a ‘Es Radio’ del espectro audible de sus ocho provincias; obviamente la cadena de Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Luis Herrero no es precisamente del gusto de la Junta. Pero más allá de este detalle, merece la pena detenerse en el mapa de emisoras de aquella comunidad. De las 713 emisoras que operan, nada más y nada menos que 497 están en manos públicas: 106 son de Canal Sur, 83 de RNE y 308 de la Asociación de Emisoras Municipales y Comunitarias de Andalucía. En cuanto a las emisoras privadas, Prisa tiene 122, Uniprex 38, Cope 19 y Vocento 17. Es decir, que no hay más que ver el partido gobernante para comprender el argumento más eficaz que se ha utilizado para asignar las frecuencias. Nunca he entendido la fórmula de ‘concesión’ gubernamental para que una radio tenga derecho a ejercer la información en cualquier lado, al igual que un periódico no tiene que pedir permiso a nadie para aparecer cada mañana en los kioscos. La razón es obvia: el poder de concesión limita el derecho a la información. La pluralidad duele y más en estos tiempos de pensamiento único.
o Este artículo lo he publicado en
Diario La Rioja en una serie que aparece cada jueves y que se titula
Mira por dónde.
