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| Justo Rodríguez |
Sólo a los necios se les escapa que una botella de vino incluye muchas más cosas que vino en su interior. Una botella de vino puede hablar de una historia, de un paraje, de un verano... E incluso es capaz de contener la vida misma y los mismos sueños y anhelos dentro de ella. Una botella es un contenedor de sensaciones y en el fondo de personas. Y éste es sin duda el mensaje vital de Bodegas Paco García, de Murillo de Río Leza, una pequeña empresa familiar fundada por Francisco García y su esposa Julia y que se ha reinventado a sí misma gracias al impulso de dos personas que han unido todos sus esfuerzos para conseguir lo que ellos mismos denominan como «vinos con huella»: Juan Bautista, enólogo, director técnico y gerente de la bodega, y Ana Fernández Bengoa, responsable de márketing y exportación. Juan Bautista estudiaba en Zaragoza cuando su hermano mayor falleció en accidente de tráfico y decidió volver a casa para estar al lado de sus padres y sacar adelante la pequeña bodega: «Mi padre siempre ha hecho vino con sus propios viñedos, pero en un momento dado me di cuenta de que podíamos dar una vuelta de tuerca haciendo cosas diferentes y presentaciones distintas partiendo desde la humildad, la calidad de la uva y un estilo de hacer el vino accesible y atractivo para la gente joven». Al lado de Juan Bautista está Ana, con bastantes años de experiencia en el sector exterior del vino de Rioja a través de su trabajo en diferentes bodegas como Altanza, Dinastía Vivanco y Luis Alegre.
Cuenta Juan Bautista que veía que los jóvenes cada vez consumían menos vino: «¿Por qué? Me preguntaba. No sabría dar las razones, pero el caso es que quizás se ha rodeado al vino de una formalidad enorme y faltaba cierta frescura. Yo sabía que si salía al mercado, si daba ese paso, tenía que hacer algo distinto, tanto desde el punto de vista formal como el propio vino». Y Ana fue la persona que dio el impulso definitivo para la transformación: «Juan tenía los vinos (más modernos, afrutados y golosos al paladar), y había que darle el empujón definitivo utilizando una nueva imagen, un nombre, las redes sociales y la exportación». Dos personas y un ideal. Trabajo a raudales, ingenio, esfuerzo y pasión. Quizás éstas sean las claves para lograr en muy poco tiempo un posicionamiento en el mercado. «¿Quién me iba a decir a mi que íbamos a mandar vino a Australia? Y ayer mismo salió un palé», comenta Juan Bautista. La imagen de la bodega es tan sencilla como la huella de una mano, en concreto la del padre de Juan Bautista y el nombre también rinde homenaje a ‘Chisco’, el hermano. En octubre del año pasado vio la luz la nueva marca y casi al instante comenzaron a llegar los primeros reconocimientos: gran medalla de oro en el concurso ‘Iberwine 2012’ y 94 sobre 95 puntos en la guía de vinos del diario Abc. Ana Fernández cuenta que el trabajo es «duro pero muy edificante. Una pequeña bodega tiene que luchar por el posicionamiento en unos mercados a los que les define la calidad. Hemos apostado por poner en valor las cuarenta hectáreas familiares situadas en la zona de Murillo y algo más cercano en Logroño. El esfuerzo es intenso, pero la aventura del vino está llena de recompensas». / Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.
o JUAN BAUTISTA GARCÍA La huella La mano representa el trabajo, el duro trabajo. La mano de la etiqueta es la huella de la mano de Paco García, fundador y alma páter de la bodega. Paco padre de Juan Bautista, emprendedor y fundador de la bodega. ‘Chisco’ hermano de Juan Bautista: «Ya no está con nosotros, pero que nos apoya a seguir luchando y mejorando día a día».
o ANA FERNÁNDEZ BENGOA. ¿Quién es? Diplomada en Empresas y Actividades Turísticas. International Higher Certificate in Wines and Spirits - Certificado Avanzado Internacional (WSET Wine & Spirit Education Trust). ¿Qué hace? Es la persona encargada del márketing, de la internacionalización de la bodega y del trabajo de la web (www.bodegaspacogarcia.com) y del Facebook.
