martes, 6 de marzo de 2012

Marcos y Miguel Eguren: «El vino es nuestra esencia»

Un paseo por la filosofía de la viticultura biodinámica de los hermanos Eguren 

Conversar con los hermanos Eguren (Marcos y Miguel) sobre su relación con el mundo del vino es algo así como introducirse en un planeta infinito. Recorrer con ellos la entraña de su bodega de San Vicente –el origen de todo– o pasear por La Veguilla, una finca increíble que se asoma a la Sierra de Cantabria con la perspectiva de un vigía sagrado del tiempo, supone una especie de viaje al meollo más profundo de uno de los estilos más sutiles y armónicos que tiene el hombre de relacionarse con la viticultura en absoluta comunicación con la naturaleza. Marcos desprende un aroma de afabilidad y de compleja sencillez; Miguel sobrevuela las tendencias y posee la mirada felina y ágil del que sabe adelantarse a los acontecimientos, con él nunca se puede hablar de un último proyecto, siempre existe otro aguardando en su despensa.

Ambos saben y explican que su mundo es el vino y que en su familia se recibe cada vendimia con rango de acontecimiento porque cada añada el reto es más fascinante, más arriesgado y en el fondo, más conmovedor. La familia Eguren ejerce como tal, los vinos en esta casa a veces tienen nombre y apellido de personas y de fincas: Amancio, Victorino, La Nieta, El Bosque... Hay una singular recreación del tiempo, pero tanto Miguel como Marcos saben que las prisas son malas consejeras, todo tiene su ritmo, su compás y uno de sus últimos hallazgos está en la búsqueda total de la armonía del viticultor con la naturaleza a través de la agricultura biodinámica: «Nosotros sabemos que no estamos descubriendo nada, en todo caso es una vuelta hacia las prácticas de toda la vida, a lo que hacían nuestros antepasados», mucho antes de que la productividad y los kilos impusieran la dictadura de la rentabilidad a toda costa. Miguel recuerda el momento en que le pidieron a Guillermo, su padre, que fuera señalando las cepas menos productivas de cada una de sus viñas: «Era una selección a la inversa, una especie de desafío a las tendencias porque íbamos a premiar a la más pobres en cuanto a cantidad, pero a las que mejor expresaban el vino que queríamos buscar». Relata Miguel que «hacíamos Murmurón, pero nos dimos cuenta de que el potencial de nuestros viñedos era impresionante y teníamos muy claro el modelo. Habíamos viajado a Francia, conocíamos lo que podía pasar y hasta dónde podíamos llegar. Había que dar otra cosa y aquella fue nuestra apuesta, la búsqueda de unos vinos en esencia».

Marcos Eguren explica en qué consiste la agricultura biodinámica en sus viñedos: «Es la depuración máxima de lo que ofrece el terroir. El suelo se expresa mucho mejor porque no está tratado con minerales, la planta no está manipulada y la uva es mucho más perfecta y saludable. No nos interponemos a la naturaleza, en todo caso tratamos de ayudarla respetándola y sin interferir en sus ciclos. Esta agricultura, obviamente, requiere mucha más mano de obra porque los trabajos se realizan en función de los ciclos lunares y en momentos mucho más concretos. En definitiva, regresamos a los ritmos naturales de trabajo que ya realizaba nuestro abuelo Amancio y que años después se ha venido en bautizar como biodinámica. Por ejemplo, en cuestiones como el abono se aplicaban los orgánicos porque nuestros antepasados veían que les funcionaban y además no tenían otros recursos. La novedad actual reside es que nosotros aportamos el conocimiento contrastado, el conocimiento más científico, pero la base es la misma». La filosofía de los hermanos Eguren está repleta de matices, por ejemplo: «Una bodega, un viñedo, una variedad, un vino...». Es decir, los nuevos clásicos de Señorío de San Vicente que desde 1991 rompieron todos los esquemas con el Tempranillo Peludo y que han hecho de esta familia gran parte de la esencia exquisita de los vinos de Rioja.

EL VINO Y LA LUNA (Viticultura biodinámica) 
> Día Fruto. Cuando la Luna se encuentra ante una constelación de fuego (Aries, Leo o Sagitario) la actividad de las plantas se polariza en la elaboración de frutos. El vino potencia sus matices frutales y los derivados de una elaboración cuidada para la perfecta adaptación al terroir.
> Día Raíz. Cuando la Luna está en una constelación de tierra (Tauro, Virgo o Capricornio) la planta privilegia las raíces y en los vinos se subrayan los matices tánicos y el carácter singular de la variedad adaptada a un suelo específico.
 > Día Flor. Cuando la Luna se encuentra ante una constelación de aire (Géminis, Libra o Acuario) son las flores las que toman el relevo de la actividad prioritaria y los matices más florales del vino se expresan con intensidad.
 > Día Hoja. Cuando la Luna está en constelación de agua (Cáncer, Escorpio o Piscis) se favorece a las hojas, los aromas vegetales, bueno para blancos y menos para catar tintos./ Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.