sábado, 10 de marzo de 2012

ENCARNA ANILLO O LA SUTILEZA

La cantaora de Cádiz lo bordó por soleá y dibujó una hermosísima malagueña en su presentación en Logroño

Encarna Anillo hizo una soleá de las que no se olvidan, susurrando el cante, primorosamente bella, delicada, sutil, desparramándose por esos adentros donde suele quemar la garganta, donde lo que se destila es pura miel, conocimiento, alma, naturalidad y compás. Fue hermosa y profunda, de una belleza incontestable porque para cantar el cante flamenco no es necesario gritar, es necesario sentirlo como lo sintió Encarna y dejarse llevar luego por su talento, por su energía y por una vitalidad creativa realmente sorprendente. Me gustó mucho Encarna Anillo porque su valentía está fuera de toda duda y porque posee la clarividencia de sostener los espacios y el ritmo del tiempo sobre el escenario. Sin embargo, al concierto le faltó por momentos un punto de contundencia, de rompe y rasga para que los más incrédulos fueran capaces de entender que el cante cuando se canta es un ejercicio de pura sutileza, casi de orfebrería con el sonido, con la garganta, con la respiración, y si se me apura, hasta con el alma. Encarna debutó en Logroño y dejó sobre las tablas la sensación de ser una cantaora de gran recorrido. El aire que destila de la bahía es innegable, pero donde más me gustó fue en la mentada soleá y en la Malagueña de El Mellizo, que para este cronista fue un portento, tanto en los primeros compases, con estrofas largas, con un punto de languidez, como con la revelación final antes del remate. Una belleza. Soberbia. Encarna es muy joven pero tiene un punto dulcísimo en su metal que sobresale en los quehaceres más melódicos. Pero conviene detenerse también cuando se pone enérgica y cabal porque merece la pena escucharla en su alboroto, esos requiebros donde se rompe por arriba con toda la energía que libera la fisión de su garganta. Cantó por granaína, por alegrías; la primera para Enrique Morente, la segunda para Chano. ¡Vaya dos genios! Y terminó por bulerías antes de despedirse con una canción hispanoamericana realmente hermosa. Anda Encarna buscando nuevos aires al compás de 'Pituquete' su compañero tocaor llegado con 18 años de la música clásica al flamenco con maestros insuperables como Manolo Sanlúcar o Parrilla. Llegado desde Santiago a Barcelona y después a Sevilla para aprender el arte de la sonanta flamenca. Creo que es el primer tocaor no nacido en España que ha actuado en el Salón de Columnas en este ciclo de los Jueves Flamencos, y aunque tiene un punto de frialdad en el escenario, hay detalles que resuelven cualquier duda sobre su técnica, como el trémolo la Malagueña -precioso y radical- o el lugar donde clava la cejilla. 'Pituquete' no parece vacilar allá arriba aunque su pulsación es diferente a la habitual en el toque. Por cierto, me encantó el aire de la taranta con la que comenzó su actuación tras la presentación de Encarna. Hubo en ese toque fragilidad y composición, textura y mucha riqueza. / Esta crónica la he publicaco hoy en Diario La Rioja.