Cuando vi algunas de las imágenes de las cargas policiales de Valencia comenzaron a encenderse algunas de esas alarmas interiores que ponen a uno alerta de la que nos puede caer encima. Cuando leí lo de ‘primavera valenciana’, el ampuloso hallazgo lingüístico de determinada izquierda tuitera, ya no dejé de temerme lo peor porque, sencillamente, lo peor ha comenzado. Que quede claro que no me gusta que la policía aseste mamporros de manera tan indiscriminada como ha hecho en Valencia, pero eso no me aparta ni un ápice en mis convicciones de que ha llegado el momento de darle la vuelta a la situación como si de un calcetín se tratara. Nos esperan años duros, durísimos diría yo, pero la culpa no es del partido que gobierna ahora; la culpa, digámoslo claramente, hay que buscarla en el desgobierno brutal de los años precedentes, con un Zapatero inane en la Moncloa tirando el dinero y con otros insensatos como Camps y Matas en sus respectivos gobiernos, sin olvidar el saqueo de Andalucía y otros desastres como los de Murcia (PP), Extremadura o Castilla-La Mancha. Rajoy está impulsando medidas con el aval de once millones de españoles que le dieron un cheque para que cambiara las cosas. Que no vengan ahora con ‘primaveras valencianas’ ni con concentraciones frente a las sedes del PP porque la política se hace en las urnas y en los Parlamentos. ¿Qué han hecho los sindicatos para enfrentarse a una situación en la que, por ejemplo, en La Rioja cuatro de cada diez parados subsistan sin ayudas al desempleo? Se quejan de que Rajoy no les recibe y han sido incapaces ellos y la patronal de llegar a un mínimo acuerdo para reformar un modelo laboral que tiene su esencia en el franquismo.
o Este artículo lo he publicado hoy en
Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula
Mira por dónde.
