Aurora Vargas dejó muchas cosas sentadas el jueves en su excelente recital del Salón de Columnas. La primera de ellas es que sale al escenario sin escatimar ni una mota de aliento a los espectadores. Comparece como lo hace un artista grande, a darlo todo, a entregarse sobre las tablas como si no hubiera un amanecer al día siguiente. Y eso en estos tiempos de especuladores, de gente que actúa con el metro para no dar ni un ápice más de lo que viene en el contrato, se agradece infinito. Por eso (y entre otras muchas cosas) el público la despidió puesto en pie en agradecimiento a la magnífica noche que había cuajado en su presentación en nuestra ciudad. Pero es que además cantó soberbiamente bien en el conjunto de la velada y excepcionalmente, si se me permite decirlo, en una quejumbrosa minera en la que tocó esas teclitas del alma, las que rozan el espíritu, las que conmueven sin afectación pero con una delicada donosura. Qué belleza su cante, con la respiración ajustada milimétricamente a su compás gitano y a la enorme guitarra de Diego Amaya, que estuvo especialmente sembrado toda la noche. Aurora ni escatimó esfuerzos ni prosopoyea, y aunque es una diosa de la fiesta, empezó por tonás y discurrió por soleá y por siguiriyas con una elegante maestría gitana. Conviene resaltar que es un portento de voz, un punto afillá, rozadita cuando baja los tercios y los mece despacio, arrastrando las sílabas, poniéndose gitana con voz melosa y aterciopelada. Un segundo después, imantada y casi en el alambre, no tiene el más mínimo problema en romper las copas de la madrugá con un grito con esa resonancia salvaje, racial e inimitable de la Paquera de Jerez, aquel monstruo sagrado del cante flamenco.
XVI JUEVES FLAMENCOS DEL TEATRO BRETÓN DE LOGROÑO. Cante: Aurora Vargas. Toque: Diego Amaya, Compás: Rafael Junquera y El Eléctrico. Lugar: Salón de Columnas del Teatro Bretón de Logroño (localidades agotadas). Jueves, 26 de enero de 2012 / Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja.