Justo Rodríguez |
Bernardo Sánchez recuerda con especial nitidez las sensaciones que vivió de niño al contemplar por vez primera ‘20.000 leguas de viaje submarino’ en el el Cinema Frontón de Logroño: «No sé lo que comían pero ese recuerdo me ha tenido intrigado gran parte de mi vida: aquellas algas y demás alimentos indescriptibles me causaron una hondísima impresión. De hecho, alguna que otra vez he visto recetas parecidas y he pensado que quizás era lo mismo que comían Kirk Douglas o James Mason». No cabe duda, hablamos con un cinéfilo, con Bernardo Sánchez en uno de sus restaurantes preferidos de Logroño: «Muchas de las reuniones de la película ‘Los muertos no se tocan, nene’ las hemos celebrado aquí y la verdad es que me encanta su cocina, su trato y su estilo». Bernardo Sánchez disfruta comiendo y le fascina hacerlo tanto en su propio hogar como la aventura de descubrir nuevos restaurantes: «Cuando voy de viaje y visito nuevos lugares siempre es fundamental el momento de la comida. De hecho, hay ciudades especialmente gastronómicas en mi vida tales como París, una ciudad que me ha influido en muchos sentidos y de la que guardo momentos realmente emocionantes en esas casas de comidas sencillas en las que tanto he disfrutado. La comida siempre está presente en mi vida», subraya. Y aunque no cocina entre semana, reserva los sábados para ponerse delante de los fogones: «Son días un poco ausentes de sí mismos, como si el mismo tiempo tuviera la virtud de suspenderse. Y los disfruto al máximo en la cocina. Me sirve para evadirme y me gusta mucho hacer arroces; ahora estoy con los risottos», subraya. Así define el menú con el que disfrutó en el Matute: «Las verduras son esenciales en la gastronomía riojana y la borraja es una exquisitez; las anchoas rebozadas son en realidad joyitas rebozadas y el vino, –que fue un Sierra Cantabria– es uno de esos caldos que nunca fallan». Dice Bernardo que es un tanto ecléctico en sus gustos culinarios: «Me sitúo en el cielo del paladar y respeto profundamente tanto la cocina tradicional como a los maestros de la gastronomía molecular como Ferran Adrià; lo grande es el sabor». El vino siempre está presente. Carmelo Cunchillos fue una persona fundamental en el gusto por el vino de Bernardo Sánchez: «El placer de disfrutar de un buen caldo nos diferencia de los animales», asegura.
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja, en el suplemento VIVIR; la foto es de Justo Rodríguez.