A mí esto de constitucionalizar el déficit me parece un brindis al sol impulsado por la novia cadáver de Sonsoles Espinosa tras la llamadita de marras de Merkel. La walkiria teutona necesitaba evidenciar un golpe de autoridad ante su electorado para no hundir definitivamente su prestigio en el lodo autonómico español y a sabiendas de que se está negociando el bono europeo para salvar al euro. Nuestro quemado presidente volvió a deshacer el camino llevándose por delante a Rubalcaba -a ZP le importa lo más mínimo, es más yo creo que disfruta viendo caer a Alfredo lentamente bajo sus propios pies al mismo tiempo que el partido se desmigaja- y convocó al PP de Rajoy -no la alternativa, sino la alternancia, que dice Rosa Díez- para unir las fuerzas los dos grandes partidos para reformar la Carta Magna. Creo que se trata de una gran falacia, de una maniobra de cara a Merkel y sus votantes y la póstuma expiación de los pecados zapateriles. Sin embargo, lo mejor de todo es que el PP y el PSOE han sido capaces de hacer algo (aunque no valga para nada porque en el fondo no lo pretenden) sin contar ni con el PNV ni con CiU. Los nacionalistas se han visto fuera de juego y han saltado diciendo que con esta reforma se termina con el consenso constituyente, como si a ellos les hubiera importado algo la Constitución. Se han visto fuera, desplazados, sin capacidad de chantaje, que es como entienden su relación con el poder central y se han sumido en la inquietud. Rubalcaba sabía que su única posibilidad pasaba por el acuerdo con todos los nacionalistas a la vez para reeditar el Tinel contra el PP en el Congreso de los Diputados. Ahora ya sabe que es imposible; lo sabe y lo asume porque se lo ha dicho Zapatero sin hablar con él, ya que prefiere dialogar con Rajoy, es decir, con su alternancia.
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja en una serie que apaece los jueves y que se titula Mira por dónde.