martes, 16 de agosto de 2011

Urdiales hace su faena del año

El descabello priva al riojano de un nuevo triunfo en Dax con los victorinos

La desastrosa lidia de su cuadrilla al cuarto toro marcó el ambiente de una plaza para la que  el orden es crucial en  el desarrollo del festejo


Diego Urdiales realizó ayer en el atestado coso de Dax la mejor faena de su temporada, una faena maciza, rotunda, sentida y muy bella, que quedó sólo en una vuelta al ruedo por fallar con el descabello. Pero era de dos orejas, dos. Y todo ello a pesar de que el torero riojano tuvo que remontar la desastrosa lidia que realizó su cuadrilla, tanto en el lamentable tercio de varas como en el de banderillas, con el que enervaron, y de qué manera, al público francés. Y no fue para menos porque en una tarde como la de ayer, con victorinos en la arena, el orden, la colocación, la suerte de varas por derecho con puyazos en lo alto y la limpieza en los capotazos se valoran como el oro. Y lo que es peor, no perdonan cuando en el ruedo domina el caos. Y fue una auténtica capea con un Victorino que no se comía a nadie. Así que cuando el matador riojano brindó al respetable, remontar el mal ambiente que se había instaurado en la plaza parecía una tarea descomunal, ímproba. Sin embargo, Diego Urdiales, más seguro de sí mismo cada día, realizó uno de los mejores trasteos de su carrera toreando con extrema dulzura, con una naturalidad  y un reposo tal que parecía llevar cuarenta corridas esta temporada. El victorino era noble pero decía muy poco; humillaba pero carecía de empuje y recorrido para lograr esa emoción de los muletazos en el abismo. Pero Diego sacó a pasear lo mejor de su tauromaquia y construyó un trasteo absolutamente ligado con muletazos sencillamente memorables, tanto con la mano derecha como al natural, la muleta muerta, arrastrada por la arena, y el toro embebido en los vuelos una y otra vez imantado en la pañosa del de Arnedo. Urdiales empezó afianzando la embestida, jugando con las alturas del estaquillador, sin atacar a fondo al toro. Tras dos tandas con la derecha, tomó la pañosa con la zurda y logró varios naturales inacabables. Sólo mediada la faena el público empezó a meterse en harina cuando Diego estaba roto de torear tan despacio, casi deletreando los lances con la cinturita quebrada y la máxima exposición pasándose las agujas del astado por los tobillos. Tuvo tiempo hasta para dar un redondo por la espalda lentísimo y un final precioso por ayudados por alto de cartel. En ese momento tenía el triunfo en la mano. Se tiró por derecho tras la espada, que cayó levemente desprendida y el fallo en el primer descabello le quitó la oreja de la mano. La vuelta al ruedo supo a poco tras torear tan bien, pero una tarde así no se puede desperdiciar por una lidia tan descompuesta en Francia, un lugar donde el orden de las suertes tiene un valor esencial. El primer toro de la corrida no tuvo mala condición a pesar de ser tardo y embestir sin codicia. Diego anduvo firme con la muleta en un trasteo marcado por escasa condición del toro. Sergio Aguilar, que es un excelente torero, tuvo un triunfo importante en la mano con el tercer victorino, de largo el mejor de la corrida, bajito y de preciosas hechuras. Lo más destacable llegó en una tanda al natural, que fue especialmente buena, honda, sentida, ligada y abrochada con un pase de pecho infinito. Estuvo perfecto aunque el pinchazo y una estocada desprendida le quitaron la segunda oreja. Lescarret anduvo a la deriva toda la tarde, a pesar de que tuvo un lote más que interesante.

o Toros de Victorino Martín, corrida justa de trapío, baja, muy bien hecha y de buen juego en conjunto. El mejor fue el tercero, con excelentes embestidas por ambos pitones. El primero de Urdiales, soso, tardo y flojo; y el cuarto de la tarde, noble pero sin emoción. Diego Urdiales: silencio y vuelta al ruedo tras viso. Julián Lescarret: silencio en su lote. Sergio Aguilar: oreja y silencio. Plaza de toros de Dax (lleno de no hay billetes). Parte del público pidió la vuelta al ruedo para el tercer victorino. El presidente no la concedió. (Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja).