viernes, 19 de agosto de 2011

NOCIONES DE ECONOMÍA

Muchas veces me he preguntado qué es el dinero. Está claro para lo que sirve, lo que lo echas en falta cuando no lo tienes y lo que sucede cuando lo debes. Pero la pregunta es qué es la pela, de dónde surge el parné, quién hace la pasta, la guita, los cuartos, los posibles. Pancho Villa contrató a un impresor para que emitiera sus propios billetes y cuando le quiso pagar por el trabajo con dicha moneda, el sucesor de Gutemberg le contestó que nones, que quería oro. Se supone que toda la pasta que funciona por ahí; es decir, la masa monetaria circulante (que dicen los economistas, que son una suerte de científicos que explican que todo funciona por ciclos y que no hay dios que los entienda), está respaldada por toneladas de oro en no se sabe muy bien qué superfortalezas áureas. Vale, me lo creo, nos lo creemos a pies juntillas: el dinero es oro, como el tiempo, como la voz de Camarón, como las Meninas de Velázquez, como los cabellos de Paris Hilton. Pero de dónde sale, quién sabe si esa monedita de un céntimo de euro que me encontré en la playa, pero que se pudo haber perdido en el fondo del mar para siempre, tiene su contrapartida metálicamente dorada, su motita de polvillo amarillento escondida en el fondo de un castillo. De pequeño me hicieron creer que en las antípodas había una persona igualita a mí: todos tenemos nuestro doble en el mundo, nuestro respaldo como el dinero; es decir, que la pasta es un avatar del oro, como el perfil del facebook o algo así. La pasta es pasta, pero porque nos lo creemos sólo nosotros, los bancos y los gobiernos no lo creen, por eso hacen con ella el arte de birlibirloque, más de lo primero que de lo segundo, y la enjuagan, la despistan, la descoloran y hasta la pierden. ¿Sabe alguien dónde está nuestro dinero? o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula Mira por dónde.