No sé qué es peor, que Bildu gobierne el Ayuntamiento de San Sebastián o que lo haga con sólo ocho concejales mientras el PSOE tiene siete; el PP seis y el PNV otra media docena. Bildu juega su lamentable papel mientras los partidos llamados democráticos asisten incapaces a que un alcalde que no condena el terrorismo -ni piensa hacerlo- y que además da rienda suelta a todos los sectarismos nacionalistas, se convierta en el máximo representante de una de las principales ciudades de España, una de las más bellas y emblemáticas por su vocación cosmopolita fraguada a través de sus festivales de jazz, de cine y con un casco viejo tan espectacular que cualquier domingo antes de comer se convierte en un auténtico crisol de culturas en pos de varios de los mejores pinchos del mundo. Pero San Sebastián no es Bildu, que quede claro... Sin embargo, resulta especialmente trágico que el resto de las fuerzas políticas carezcan de la mínima lucidez para llegar a un pacto de mínimos y evitar ese escarnio de ver sentado en el sillón más importante del salón de plenos a Juan Karlos Izagirre, un señor de apariencia amable que encima le acaba de llover del cielo nada más y nada menos que la Capitalidad Europea de la Cultura para el 2016. La jugada no les ha podido salir mejor y ayer asqueaba ver a Odón Elorza y a la ministra González-Sinde sonriendo en la portada de los diferentes periódicos con este señor de apariencia amable que hablaba de la «pacificación» del País Vasco y su «normalización» política. Conviene recordarle que en el País Vasco la que dispara, extorsiona y amedrenta es ETA y sus secuaces, y que el mayor disturbio para esa normalidad de la que habla lo constituye precisamente los que quieren imponer su criterio a los demás por la fuerza, es decir, a los que él ampara.
o Este artículo lo he publicado hoy en
Diario LA RIOJA en una serie que aparece los jueves y se titula
Mira por dónde.
