EL SUBSUELO DE LA POLÍTICA

Cruzarte por la calle con gente del PP que, nocontentos con su victoria, se dedican a insultarte, mofarse y ofender. Danmiedo y que pensar». Así explicaba ayer en su Twitter Miguel González de Legarra alguna de las cosas raras (sirva el eufemismo) que pasan en el subsuelo de la política riojana. Tengo la sensación, tras vivir con bastante lejanía la reciente campaña electoral local, de que en el mundo de los partidos si no estás con uno de ellos es que te has puesto exactamente de frente; si no comulgas es que eres ateo, si criticas al PSOE es que eres del PP, al revés o cosas peores o por el estilo. En La Rioja existe un modelo de convivencia cívica aparentemente tranquilo: instituciones consolidadas, márgenes sociales delimitados y un cierto bienestar a pesar de la que está cayendo. No hay síntomas de rebeldía, en todo caso de desaliento frustrante como han demostrado ser las acampadas del 15-M. Sin embargo, creo que existe un mar de fondo preocupante que pone en entredicho la salud democrática de nuestra sociedad porque muy pocos se atreven a decir en público lo que largan en privado. ¿Miedo?, ¿responsabilidad?, acaso precaución. Pedro Sanz ha ganado de calle las elecciones; igual que Cuca Gamarra, y es bueno recordar que cuando se ocupa un cargo de tanta responsabilidad la institución debe estar siempre por encima de los intereses partidarios. Esto, que parece una obviedad, resulta tan evidente que a muchos de nuestros sesudos representantes da la sensación de que se les ha olvidado. El cargo hay que dignificarlo a cada paso, demostrar que se gobierna para todos, que el bien común está por encima de banderías y prebendas. Las mayorías absolutas suelen ser un caos para estas pequeñeces y el paso del tiempo nos dirá si alguien nos ha mentido en los mítines. o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula Mira por dónde.