Una historia: En una reunión de los principales toreros antes de formarse el G-10 se cuenta que José Tomás expuso a las figuras allá reunidas que él pensaba que los toreros de los puestos altos del escalafón no debían ir a los pueblos. Una máxima figura allá presente le espetó: "Es que a mí me dan 10 millones en los pueblos". A lo que JT le contestó: "Y a mí veinte y no voy".
Todo esto viene a cuenta porque el domingo se celebró en Brihuega una corrida de toros mediática, clavelera y florera donde Morante, Manzanares y un desabrido Cayetano se las vieron ante una novillada escuchimizada, vergonzosa y superretocada de Jandilla. Lo habitual cuando las figuras se pasean por los pueblos a diez millones de pesetas (+o-) por barba -(10, 7 y 5, quizás)- y dejan tras de sí un delicadísimo paisaje de tierra quemada, de parajes desolados donde es imposible que en años pueda crecer la más mínima brizna de afición. A muy pocos kilómetros y supongo que a la misma hora, en Madrid, tres novilleros (Angelino de Arriaga, Francisco Pajares y Javier Jiménez) se las vieron con una novillada de impresionante seriedad (especialmente los tres últimos) de Sierra de Borja y Ana Muñoz. En los tendidos no había gente de clavel ni apenas primeros espadas de la crítica taurina, desplazados en masa a Brihuega a ver a Morante, Manzanares y un triste e incapaz Cayetano. El mundo del toro, una vez más, y para que nada cambie ahora que hemos pasado a cultura sigue al revés. Torazos impresionantes para los novilleros y basurilla impresentable para las máximas figuras. Ahítos de ilusiones los primeros y podridos de dinero los segundos.
Prefiero mil veces al Madrid del cemento en estas novilladas que las murallas atestadas de perfume, ajónjoli, hierbagüena y aftershave de un domingo de primavera en la Alcarria con toros de plastilina.
ANDRÉ VIARD, en mundotoro sobre el comunicado de las Peñas de Mont de Marsan (Francia). Diversas peñas taurinas de Mont de Marsan han protestado durante la presentación de los carteles de Mont de Marsan por la ausencia entre otros toreros de Padilla, Rafaelillo, Sergio Aguilar, Urdiales, Lescarret y Robleño. Este es el comuinicado que han enviado: "Estos toreros defienden a su manera el honor de un verdadero toro de lidia y saben, a veces a su pesar, no trasformar la corrida en pantomima. Esas ausencias, caso omiso de la presencia de Alberto Aguilar que apodera el propio Simon Casas, son la revelación indiscutible de lo que se quiere hacer en esta plaza: una pantomima".
Todo esto viene a cuenta porque el domingo se celebró en Brihuega una corrida de toros mediática, clavelera y florera donde Morante, Manzanares y un desabrido Cayetano se las vieron ante una novillada escuchimizada, vergonzosa y superretocada de Jandilla. Lo habitual cuando las figuras se pasean por los pueblos a diez millones de pesetas (+o-) por barba -(10, 7 y 5, quizás)- y dejan tras de sí un delicadísimo paisaje de tierra quemada, de parajes desolados donde es imposible que en años pueda crecer la más mínima brizna de afición. A muy pocos kilómetros y supongo que a la misma hora, en Madrid, tres novilleros (Angelino de Arriaga, Francisco Pajares y Javier Jiménez) se las vieron con una novillada de impresionante seriedad (especialmente los tres últimos) de Sierra de Borja y Ana Muñoz. En los tendidos no había gente de clavel ni apenas primeros espadas de la crítica taurina, desplazados en masa a Brihuega a ver a Morante, Manzanares y un triste e incapaz Cayetano. El mundo del toro, una vez más, y para que nada cambie ahora que hemos pasado a cultura sigue al revés. Torazos impresionantes para los novilleros y basurilla impresentable para las máximas figuras. Ahítos de ilusiones los primeros y podridos de dinero los segundos.
Prefiero mil veces al Madrid del cemento en estas novilladas que las murallas atestadas de perfume, ajónjoli, hierbagüena y aftershave de un domingo de primavera en la Alcarria con toros de plastilina.
Foto: Campos y Ruedos |