Zapatero ha dicho que no se va a presentar a las próximas elecciones generales y a Pepiño Blanco le ha subido la moral por las nubes. Nadie en el PSOE dudaba de que era insostenible un nuevo cartel electoral con ZP pero no se tiene noticia de ningún socialista con carné capaz de decírselo a la cara, ni al propio futuro expresidente (pato cojo desde hace demasiados meses) ni mucho menos a la cúpula ahora desintegrada. Todos menos Bono, que ya lo sabía porque era el único confidente del inquilino de la Moncloa en todo el partido que estaba en el secreto. Pero Bono calló porque él siempre galopa guardando la ropa. ZP, sin duda, era la única costura capaz de sujetar el desmoronamiento socialista que se avecina: ya ha empezado a resquebrajarse -y de qué manera- el imperio andaluz y algo parecido se intuye en otras taifas hegemónicas como Castilla-La Mancha o Extremadura. Rubalcaba sonríe porque se sabe necesario en este periodo de hundimiento y porque Prisa apuesta claramente por él y a la contra de Carme Chacón, la candidata de Público, un periódico sin audiencia que es el ariete de papel del grupo mediático por el que apostó ZP para vengarse de Felipe González. Carme, ha dicho El País, puede ser el futuro, pero el presente es Rubalcaba, que a mí, curiosamente, me recuerda demasiado al pasado más oscuro del felipismo. Me pregunto dónde se sitúa el PSR. ¿Serán rubalcábidos o chaconianos nuestros socialistas riojanos? El PSOE navega directamente hacia el abismo y Mariano Rajoy se mesa la barba con una estrategia sencilla: no propongo nada, no tengo opinión de casi nada para no molestar, espero que el enemigo explosione para recibir el tsunami de votos y luego ya se verá. Así está el patio.
o Este artículo lo he publicado en
Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula
Mira por dónde.
