Dicen los clásicos que la política suele ser el arte de lo posible y en la órbita de la municipalidad riojana parece que este axioma pasa inexorablemente por hacer de lo factible un argumento exclusivo para ir a la contra de Pedro Sanz, al que casi nadie se atreve a nombrar pero que subyace como un objetivo difuminado pero tan preciso como un reloj atómico. ¿Por qué se le teme tanto a Pedro Sanz?, ¿quién le teme?, cabe preguntarse. Julio Revuelta monta su propia plataforma electoral en menos de lo que se obtenía hace unos años una licencia de obras y se alía, apenas unos minutos después, con el Partido Riojano, que dice a la velocidad del rayo que está entretenido en «explorar las posibilidades de concurrir juntos a las próximas elecciones municipales del mes de mayo». El PR se la tiene jurada a Sanz desde que se cambió de forma arbitraria el reglamento del Parlamento para evitar que González de Legarra tuviera su propio grupo en la Cámara. Pedro Sanz ha mirado indisimuladamente por encima del hombro a los regionalistas creyéndose acreedor de sus votos: «Estos chicos de qué van», parece mascullar un presidente que desde su atalaya no consiente más protagonismos que el suyo. Y de ahí esta añagaza de rencores entre Revuelta y el indiscutido número uno. Mientras el primero decía recuperar su «libertad de opinión al darse de baja del PP», el segundo lo acusaba de «traicionar al partido por sólo por interés personal». La figura de Sanz siempre al fondo de cualquier decisión o indecisión. ¿Por qué se le teme tanto?, me vuelvo a preguntar como ciudadano que ni cree en tanto personalismo como asume el presidente y que desconfía de los que cambian de caballo en un suspiro. Revuelta es una nueva opción... ¿Lo será si se va con el PR?, me vuelvo a preguntar.
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que aparece los jueves y que se titula Mira por dónde.