Recuerdos y alma de una salida a hombros de Andrés Vázquez en Logroño en 1960 por la calle Doce Ligero
Recordaba hace unos meses el torero Andrés Vázquez, el gran protagonista de esta foto, en la revista francesa 'Terres Taurines', que todavía hay noches en las que sueña con 'Baratero', aquel bravísimo Victorino que le encumbró en Las Ventas en 1969 y con el que la divisa del paleto de Galapagar se adueñó para siempre del corazón de los aficionados de medio mundo. Pero años antes de que este menudo torero -nacido en el zamorano pueblo de Villalpando en 1936- lograra salir la friolera de diez veces por la puerta grande de la plaza más importante del orbe (cifra sólo superada por 'El Viti', Paco Camino y Antonio Bienvenida), su rodaje en el toreo tuvo mucho que ver con la plaza de Logroño y las capeas de los pueblos de Guadalajara, Salamanca y Zamora: «Nos echaban unos torancones impresionantes, viejos y muy resabiados, que se las sabían todas; unas veces eran de casta, otras mansos o cruzados y en ocasiones nos dejábamos colgar de los pitones para que la gente viera que veníamos a torear de verdad». Aquellos eran los durísimos años de las capeas, donde Andrés Vázquez era el 'Nono' y ni él mismo podía imaginar lo que le depararía el destino tan solo unas temporadas después. Pero volvamos a esta singular imagen, que corresponde a un 24 de abril de 1960. Tras una de las muchas novilladas de promoción que se daban en el desaparecido coso de La Manzanera, un grupo de chavales portaba a hombros a un menudillo Andrés tras triunfar ante astados de Samuel Flores y haber compartido terna con Curro Ortuño y Tinín. Los niños de la primera fila, encorbatados como de domingo y en pantalón corto, son los hermanos Pancorbo, junto a Ángel Verdial y Chuchi Oca, sin pasar por alto al que se atusa la nariz, Pepe Martín. El costalero de Andrés Vázquez es Juan Bergel, conocido en la época como el 'Morrobarbo'; y de izquierda a derecha se puede ver a Antonio Drusén, Félix Santamaría, Carlos Marín 'El Vero' -el peluquero más taurino de España-, su hermano Luis, Abel Tobía y Carlos Soria. Cuenta precisamente 'El Vero', que Andrés Vázquez se empleó en aquellos años en la finca de Los Ramitos, al lado de la plaza de toros como peón: «Él sabía que en Logroño se daban muchas novilladas y vino aquí a buscarse la vida a ver si le ponían en algún festejo», cuenta el castizo peluquero, que recuerda cómo se llevaba a los triunfadores hasta el hotel atravesando el cortejo toda la ciudad como hace unos meses hicieron en Barcelona con Serafín Marín y Morante de la Puebla, por los medios de... la Diagonal.
Años después, vestido con un terno similar al blanco y oro con el que triunfó en Logroño en aquella primavera de 1960, Andrés Vázquez se las veía en Madrid con aquel mítico victorino y como le confesó a Andre Viard: «Mis pies no salían del espacio de un pañuelo y mi corazón latía como si se me fuera a salir del pecho. ¡Es el toro más importante de mi vida! Fue un momento de gran espiritualidad, de gran complicidad entre toro y torero... Madrid comulgó, y ese día, más que nunca, fue el santuario del toreo... Un templo. El más grande del mundo. (...) Después de eso podía morir, me había realizado... nunca me he jactado de ser figura ni de nada... simplemente de ser matador de toros... ahí está la historia. ¡Cuando nadie quería ponerse delante de esos toros, yo lo hice!».
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja, en la sección titulada Retina de la Memoria.