El Club Taurino Logroñés edita un especial con el pregón de André Viard de la pasada Feria de San Mateo
Andé Viard expuso las razones de la actual crisis y el camino para retomar los valores que hacen del toreo un rito trascendental
Sostiene André Viard, presidente del Observatorio Francés de las Culturas Taurinas, periodista, fotógrafo y editor de la revista 'Terres Taurines', que «estamos viviendo el fin de un ciclo que comenzó a primeros de los años ochenta con la llegada de Paco Ojeda y se acaba con la crisis financiera, las fundas impuestas al toro en el campo y el voto catalán. Un ciclo de treinta años durante los cuales el toreo ha evolucionado como nunca antes, gracias a la aportación de Paco Ojeda, que descubrió a todos los toreros que se podía permanecer en un terreno de cercanía antes prohibido, pero también a la capacidad de varias generaciones de toreros para adaptar esa nueva tauromaquia a su propio toreo. Sin Ojeda, Juli no sería tan Juli, y Morante no sería tan Morante». Así comenzó un pregón en el que situó los inicios de los años noventa como el momento álgido de los ingresos atípicos de la fiesta: «Todas las privadas querían emitir corridas y se multiplicaron las ganaderías y los profesionales. Pero a esos años de abundancia se les puede poner una fecha de caducidad: el 14 de marzo del 2004, ese día salió de presidente del Gobierno Zapatero, al que recordaremos como el dirigente menos aficionado, por no decir más anitaurino que España haya conocido en su historia moderna». Unos meses después, Joan Clos, alcalde del PSC declaró a Barcelona ciudad antitaurina. En el 2008 Montilla prohibió los festejos en plazas portátiles en toda Cataluña. Aseguraba Viard que «con el voto catalán, es a este animalismo absurdo, contrario a la moral occidental, al que se le ha dado vía libre. Un animalismo que choca con la ética occidental, la cual, desde Aristóteles hasta Kant, trata de la relación del ser humano con sus semejantes y no con los animales, como pretende esta especie de budismo que quieren imponernos estas sectas norteamericanas, que poco a poco invaden nuestras conciencias y nuestra sociedad gracias al mutismo de ciertos políticos. El animal, la única ética que tiene es la de sus instintos, y al menos de considerar la ley de la jungla como un progreso moral, el querer hacer del animal el igual del ser humano, y otorgarle derechos semejantes a los nuestros es una barbaridad mucho más grande que matar al toro en una plaza». Sin embargo, para el autor francés «la fiesta seguirá por mucho tiempo aunque no tal y como la conocemos ahora. El fin del ciclo de la abundancia coincide con la entrada del toreo en un ciclo gris que nos obliga no sólo a imaginar su futuro, sino a construirlo so pena de presenciar la decadencia ineludible de una cultura milenaria, compartida por todas las civilizaciones mediterráneas». Sostiene André Viard que «la verdadera fuerza, el gran capital de la fiesta reside en los millones de aficionados que forman una comunidad cultural multitudinaria, mucho más amplia que cualquier partido político (...) La pérdida de ética explica la pérdida de público igual o más que el paro. Y esa pérdida de público facilita los ataques y explica el acoso político (...) No es casualidad que el único torero capaz de llenar hoy en día cualquier plaza en cualquier fecha es aquel que mejor que todos los demás encarna el mito. José Tomás, que ha entendido que antes que un espectáculo la fiesta es un rito trascendental que no se puede abaratar.
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja.