No sé si es peor que Bush diga que José María Aznar es un líder visionario o que Felipe González reconozca en la portada se su periódico favorito que hace veinte años tuvo que elegir entre si volar por los aires o no a la cúpula de ETA en Francia: «Dije no. Y no sé si hice lo correcto», ha asegurado. Tampoco me imagino qué hubiera sucedido si estas declaraciones de Felipe las hubiera hecho Aznar. Eso sí, no albergo la menor de las dudas de la salida en tromba y como un solo hombre de toda la ‘brunete progremediática’ -permítaseme esta expresión- con su habitual salmodia antiaznaril multiplicada hasta el infinito y más allá. Pero no, la barbaridad ha partido de los labios de un González que conversa mansamente con un escritor aliado (Juan José Millás) hablando de la «putada» que es ser hijo suyo o confundiendo un secuestro, el de Segundo Marey, con una detención: «A Segundo Marey lo salva la orden de Barrionuevo cuando se entera de que está detenido», declara. Sin embargo, olvida González que Segundo Marey no estaba detenido bajo la supervisión de un juez y con el amparo de su abogado. No. Marey fue secuestrado por los GAL en la localidad francesa de Hendaya, escondido en una cabaña en Colindres con una capucha en la cabeza, maniatado, y torturado por un grupo de policías españoles dirigidos por el gobernador civil de Vizcaya, Julián Sancristóbal, que a su vez recibía órdenes de José Barrionuevo, ministro del Interior, y Rafael Vera, director de la Seguridad del Estado. A Marey lo confundieron con otro y cuando decidieron liberarlo, doce días después, el secretario general del PSOE de Vizcaya, Ricardo García Damborenea, redactó un comunicado firmado por el GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) y lo metieron en el bolsillo de Marey. ¿Alguien ha encontrado estas malditas siglas en las nueve páginas que dura la entrevista?
o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una sección que sale los jueves y se titula Mira por dónde.