Antonio Banderas, que no se declara aficionado, y Loquillo, que sí lo hace, claman por la libertad de ir a los toros en Cataluña
El cineasta y el músico subrayan los intereses políticos del debate abolicionista: «Detrás de la prohibición hay otras cosas»
Loquillo: «Fui con Jaime Urrutia a la Monumental y nos llamaban asesinos. ¿Pero he matado a alguien?»
«Observo mucha hipocresía en algunas declaraciones ¿Por qué el toro y no otros animales?, ¿por qué no la caza o lo que consumimos?, ¿cómo se crían los animales y en qué situaciones están? En todo esto (refiriéndose a la prohibición catalana) parece que hay algo más que la defensa de los animales». Así se expresa el actor Antonio Banderas, que aprovechó la presentación de su exposición fotográfica, 'Secretos sobre Negro' -inspirada en la iconografía taurina- para situarse a favor de la libertad de las corridas de toros, pese a no declararse aficionado. «No he sido muy taurino, aunque he asistido a algunas corridas con mi amigo Joaquín Sabina, pero no me sitúo contrario. Es cierto que la muerte de un animal no me produce ningún placer, pero la fiesta tiene elementos de catarsis que forman parte de nuestra cultura», explicó. Además, el malagueño señaló que lo que más le interesa de este espectáculo es «lo que exhala de forma paralela, el rito, el poder, la reflexión sobre la muerte. El torero tiene el rito, el poder, la reflexión sobre la muerte. Nunca he visto un torero con bigote y barba. Además, me interesan mucho las reflexiones poéticas o pictóricas de los toros, como las de Lorca o Picasso». Loquillo Por otra parte, el rockero catalán 'Loquillo' ha vuelto a salir a la palestra en defensa de las corridas de toros, una afición que lejos de ocultar siempre la ha querido fomentar llegando incluso a posicionarse totalmente en contra de la ILP: «Yo crecí al lado de la Monumental, yo crecí con los toros. Mi padre me llevaba, y cuando no había dinero entrábamos al último toro, cuando abrían las puertas y nos metíamos todos los pobres. Las calles en mi barrio olían a toro. Y a mí me jode que jodan mis recuerdos. Y que esto de la prohibición sea una cuestión política. Es evidente, porque si fuera una cuestión de respeto a los animales se prohibirían los correbous. O todo o nada. Si algo tiene que morir, que muera por su propia decadencia, pero no por obligación. Yo ahora a mi hijo puedo llevarle a muy pocos lugares en Barcelona de los que yo conocí. Se cargaron el boxeo, el Price, donde había lucha libre. Se cargan los toros, ahora el tabaco. No quiero dar el discurso rancio, pero que no se acaben las cosas porque lo decidan unos tipos con toda la inquina. Cuando fui hace poco con Jaime Urrutia a la Monumental nos llamaban asesinos. ¿Pero he matado a alguien? Si empezamos así, no comamos carne nadie. Ahora bien, no olvidemos una cosa: en Cataluña tú puedes empezar tirando pintura a un barco de la Navy y puedes terminar teniendo un piso en Pedralbes. ¿Por qué nos complicamos tanto la vida? ¿A ti te obligan a ir a misa o a ir a los toros? ¿No, verdad? Si quieres vas, si quieres no vas. Se acabó. Esto no es Suecia. Aquí la gente, de entrada, grita. y después se relaciona». o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja.