El segundo concierto de Flamenknet, celebrado el viernes en la Casa de Andalucía, volvió a ser un éxito, una verdadera gozada por la calidad del cante de Paco del Pozo, -que puso a la gente en pie-, y también por el impresionante llenazo que rezumó una actuación marcada por el buen sonido, la entrega y el fervor con el que vivieron los aficionados el derroche de arte que brotó desde el escenario. Porque lo de este cantaor madrileño fue un derroche de principio a fin, una demostración de exuberante inteligencia, de voz apasionada y de un estilo profundamente técnico y estudioso que no se guarda para sí nada. Todo en Paco es entrega, empaque y flamencura para bordar con la misma solvencia una malagueña casi de sopetón con la que comenzó su paseo por el cante, como unos tientos-tangos descomunales con los que a este cronista casi se puso a llorar por la extrema dulzura de su voz -la voz que vuelve a regresar- como por el rajo volcánico que parece explosionar en cada tercio, en cada respiración, en cada amargura con las que fue deshilachando su completo repertorio. Cantes de Cádiz que me supieron a la Niña de los Peines, cositas de Juan Breva, Chacón inmarcesible y cada día más necesario y un aire de Marchena que impregnó toda la actuación con ese no sé qué con el que Paco del Pozo eleva las coplas al quinto cielo a compás de Antonio Carrión, que también disfrutó de lo lindo haciéndonos disfrutar a todos los demás con su escuela de acompañamiento a cuestas. Paco y Antonio, una pareja de aúpa que conoce el flamenco, su íntima urdimbre, su genealogía, su ontología formal -que diría un psicólogo argentino-, pero que con la voz de uno y las manos del otro fueron capaces de poner al público literalmente en pie cuando terminó la siguriya con la que se despidió la noche. Y entonces, empecé a sumar los últimos conciertos de Paco del Pozo en La Rioja: tres han sido (dos en Logroño y uno en Fuemayor) y como el del viernes, los tres acabaron con la concurrencia rompiéndose las manos a aplaudir y vitorear. ¡Qué arte Paco!
o Esta crónica la he publicado hoy en Diario La Rioja)
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